Sé lo que digo sobre los Balcanes

23 junio 2022 12:00 | Actualizado a 23 junio 2022 12:01
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Ya hace muchos años que vengo escribiendo «en los papeles». Y ese tiempo, poco más o menos, he estudiado Geografía e Historia (con máximas notas, por cierto). También considero que el periodista debe comentar o contar según su saber y entender; no siempre es acertado o comprendido. Por otra parte, generalizar puede llevar a errores. Es uno de los riesgos de este oficio.

Pero este riesgo no me impide decir lo que considero que el lector debe conocer. Eso lo sé desde que escribía dentro de una dictadura hace muchos años, y también frente a cualquier sectario de hoy. El lector juzgará si es acertado o no. Es su derecho. Como es su deber el respeto a la opinión contraria. Si no, no hay democracia.

Ese respeto se manifiesta mediante la exposición razonada y comedida de la opinión contraria. El insulto a borbotones demuestra poca solidez en los argumentos, porque según un refrán del Foro, «el que més crida és el qui menys raó té».

No debemos olvidar la historia de hace 20 años, sin odio. Pero los criminales serbios condenados por el Tribunal de La Haya y las impactantes imágenes no han de caer en el olvido

He recorrido, en varios años, desde Rijeka (cerca de Italia), pasando por la agradable Ljubljana y encantarme en las cuevas de Postojna, haber rodeado el anillo de Zagreb para saludar la estatua del rey Tomislav (delicioso el pavo, ‘mlinci’) y tomar una cerveza en la calle Radiceva, paseado junto al lago Bled (que tanto agradaba al mariscal Tito), pasar por los increíbles 16 lagos de Plitvice (monumento natural protegido por la Unesco), salir a la costa Dálmata con miles de islas a cual más atractiva, y seguirla por la bella Sibenik; pude descansar en el pueblo de Split, auténtico pueblo pescador.

Un rápido viaje por el interior de Bosnia-Herzegovina para recorrer sus pueblos, aún con fachadas llenas de agujeros de metralla, y pasar el puentecillo de Mostar (donde hay una Plaza de España y una avenida dedicada al teniente de Infantería Francisco Aguilar, que murió en su defensa) y salir de nuevo al mar por la magnífica Dubrovnik.

No debemos olvidar la historia de hace veinte años, sin odio a nadie.

Pero los criminales serbios condenados por el Tribunal de La Haya y las impactantes imágenes en televisión de los prisioneros (que recordaban las peores de 1945) no han de caer en el olvido.

El respeto se manifiesta mediante la exposición razonada y comedida de la opinión contraria. El insulto a borbotones demuestra poca solidez en los argumentos

Porque la mayoría de los serbios apoyaron a esos criminales o se pusieron «de perfil». Solamente la potencia de los bombardeos de la aviación de Estados Unidos sobre Belgrado pudo poner fin a la guerra incivil yugoslava.

Que no se repita. Pero que no lo olviden los serbios de buena voluntad y claridad de ideas.

Que el que escupe hacia arriba puede verse mojado por la caída.

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