Territorio y tranvía

El tranvía dado su enorme coste puede dejar sin capacidad económica para satisfacer el resto de demanda de movilidad del Camp de Tarragona, que es la mayoritaria

23 octubre 2022 07:37 | Actualizado a 23 octubre 2022 07:41
Josep Lluís Aymat
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Recientemente el Diari de Tarragona organizó una jornada sobre movilidad en el área metropolitana de Tarragona. En ella, el profesor de la URV, Sr. Aaron Gutiérrez, realizó una brillante intervención, que me dio que pensar. El profesor dijo que nuestro territorio tiene características singulares, pues no tiene un centro de gravedad indiscutible, como en el caso de Barcelona, no tiene la densidad demográfica que se exige para considerarla a todos los efectos un área metropolitana intensa, y además tiene un marcado carácter estacional, fruto de su importantísima industria turística.

Esta diagnosis es, a mi juicio, absolutamente cierta, pues en el Camp de Tarragona coexisten ciudades de peso similar, con flujos de movilidad que no convergen hacia un determinado centro, sino que, por el contrario, generan múltiples flujos, multipolares, no excesivamente grandes. Tenemos un territorio extenso donde el uso del turismo privado no provoca colapsos habituales, ¡ni tan siquiera en horas punta!, por la baja densidad poblacional.

Por ello, creo firmemente que las soluciones de movilidad no pasan por estructuras rígidas de «alta capacidad», como el tranvía, sino por una actuación diferente. Cada medio tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Así el tranvía es un medio de gran capacidad de transporte de viajeros. Se utiliza cuando hay flujos de viajeros muy importante. A modo de ejemplo el Trambaix transporta 16 millones de viajeros al año para sus 16 kilómetros de longitud. En cambio, el sistema de autobuses es de menor capacidad, para entornos de población mucho más diseminada sin un gran núcleo de atracción, pero es mucho más capilar y alcanza a todos los lugares. Como señalaba el profesor Aaron Gutiérrez si nuestra demografía es mucho más diseminada y limitada, es evidente que la solución no son medios de transporte masivos como es el tranvía.

Una oficina técnica dentro de la ATM del Camp sería un paso crucial para que nuestras entidades tengan el poder decisorio para servir a nues-tra población con las infra-estructuras que precisamos

Se habla que para los 42 kilómetros del tranvía se alcanzaran solo 9 millones de viajeros, cuando el ratio según el Trambaix tendría de ser de 42. Nueve millones de viajeros en los que incluso una gran parte saldrían desde los servicios urbanos municipales. Por ello, consideramos que lo primero a realizar, a fechas de ahora, es que reservemos los espacios por los que debería circular el tranvía para construir «ejes viarios reservados en exclusiva al transporte público».

Estas vías podrían ser usadas además por vehículos de emergencias y al quedar fuera los turismos privados podrían ser utilizados por viandantes, vehículos de movilidad personal y bicicletas. Tendría un coste ínfimo en comparación del tranvía, podrían ejecutarse las obras por empresas locales y los autobuses podrían ser eléctricos o de hidrógeno con 0 emisiones. Al ser su capacidad de transporte inferior al tranvía, tendrían una mayor frecuencia de paso sin bajar el grado de ocupación, lo cual sería fundamental para dar la batalla al turismo privado, pues es este el vehículo al que realmente es necesario combatir. Y reservado el espacio, si luego, dentro de unos años la demanda alcanza los ratios que lo justifiquen, el tranvía ya tendrá su espacio por donde discurrir.

El tranvía dado su enorme coste puede dejar sin capacidad económica para satisfacer el resto de demanda de movilidad del Camp de Tarragona, que es la mayoritaria, pues el tranvía solo atenderá al espacio junto a su recorrido y no al resto del territorio, creando ciudadanos de primera y de segunda. Por ello, en la situación actual, mucho me temo que construir un tranvía sería un error, ¡otro más!, en la planificación de nuestras infraestructuras que, nunca lo olvidemos, nos diseñan desde fuera, con resultados que están a la vista.

Disponer de una oficina técnica dentro de la estructura de la ATM del Camp, sería un paso crucial para que sean nuestras entidades políticas, sociales y económicas las que tengan el poder decisorio preciso para servir a nuestra población con las infraestructuras que realmente necesitamos.

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