Hoy se celebrará el primer encierro de Sanfermines, un acto que siempre he seguido por televisión –incluso en aquellos años mozos en que acudía a Pamplona a disfrutar de la fiesta por excelencia; incluso en aquellos años en que, ya menos mozo, viví en Venezuela, a pesar del cambio horario–.
No me gustan las corridas de toros, pero sigo con emoción cada encierro. Una emoción que comienza con esos cánticos a San Fermín unos minutos antes de que salgan los astados del corral y con los que los mozos piden la protección del santo: «A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro, dándonos su bendición».
Cuántas veces habremos cantado estas letras compuestas por Joaquín Zabalza y amenizadas por la música de Manuel Turrillas en una tradición que se inició hace sesenta años, cuando algunos mozos comenzaron a entonar ese cántico de forma improvisada mirando al cielo, ya que entonces no estaba aún instalada la capillita con la imagen del santo.
Años después se puso una hornacina en la pared del antiguo Hospital Militar, frente al lugar donde está la hornacina actual, y fue entonces cuando se comenzó a cantar mirando a la figura del santo. En 1980 se hizo en el muro de la Cuesta de Santo Domingo el hueco para la hornacina actual y en 2009 se comenzó a cantar también en euskera. Sea como fuere, hoy volveremos a cantar para que San Fermín eche un capote a los mozos. ¡Viva San Fermín! ¡Gora San Fermin!
