Los caminos que utilizan los pueblos de la España vaciada para tratar de subsistir son inescrutables. Uno incluso ha encontrado en las bodas LGTB su salvación.
Es Campillo de Ranas, un bonito pueblo de la provincia de Guadalajara con 150 vecinos que estaba condenado a quedar deshabitado en pocos años. Sin embargo, la aprobación en 2005 de la ley que autorizaba los matrimonios entre personas del mismo sexo cambió su futuro.
Mientras muchos alcaldes se declaraban objetores a la norma del gobierno de Zapatero, Francisco Maroto, del PSOE, ofreció los encantos de su pueblo para oficiar las ceremonias civiles. Desde entonces, en este pequeño pueblo se han abierto ocho casas rurales, un albergue rural y apartamentos, además de seis restaurantes y bares que han generado un buen número de puestos de trabajo.
Campillo de Ranas tiene totalmente cubierta la reserva de bodas en el ayuntamiento para este 2023. Pero no crean que todas las uniones que se celebran en este pueblo son de personas del mismo sexo; Campillo de Ranas está de moda también entre parejas heterosexuales.
Y no sólo de España, sino de otros países como Australia, Japón, Argentina, Chile o Irlanda. Se da la circunstancia de que el propio Maroto tiene su historia con el pueblo: con 17 años quiso vivir fuera de Madrid, en pleno campo, con unos amigos. Cuando llegaron a Campillo de Ranas se sintió muy bien acogido por los vecinos y allí se quedó.
Qué suerte para él... y para el pueblo.
