El jueves el Diari publicó el testimonio, estremecedor y valiente, de una joven de Tarragona que relataba el infierno que le llevó a intentar suicidarse y, sobre todo, cómo lo superó hasta recuperar las ganas de vivir y aprender a llevar esa mochila con la que todos, de una u otra forma, cargamos. Aunque ella confesaba que «no quería morir, tan solo dejar de sufrir».
Y ahora espera que su testimonio sirva a otros que pasen por una etapa en la que todo se ve negro. Mom Mariné, que así se llama la protagonista de esta historia, admite que durante su recuperación en el Hospital de Dia d’Adults de Reus del Grup Pere Mata «me sentí tan bien cuidada por todos que empecé a quererme de nuevo». Y luego cuenta cómo ha cambiado su relación con su madre: «Ahora siempre que estoy con mi madre me pide dos besos antes de irnos a dormir.
Puede parecer una tontería, pero en mi casa esto no lo es». No, no lo es; ni en su casa, ni en ninguna otra. Saludarnos, darnos dos besos al despertarnos y al irnos a dormir, abrazarnos, decirnos «te quiero», visitar con frecuencia a los amigos y a los seres queridos... pequeños gestos que en realidad son muy grandes. Querer y sentirnos queridos, apoyados y comprendidos.
No creo que haya mejor terapia para recuperar la sonrisa y las ganas de vivir. Hagámoslo más. Mucho más. Nos va tanto en ello y nos hace tanto bien...
