En estos días en que nuestros estudiantes se enfrentan a la temida Selectividad y algunos de ellos –siempre los hay– tratarán de hacer trampas con elaboradas chuletas y sofisticados métodos para copiar, conviene dirigir la mirada a otros países para ver cómo se enfrentan a este fenómeno.
El más ‘cuidadoso’ con la limpieza de las pruebas es China, donde los aspirantes a superar el examen de ingreso a la universidad, el ‘gaokao’, se someten a controles que ya quisieran los aeropuertos mejor vigilados. Y es que desde 2016 copiar en la selectividad china es un crimen incluido en el Código Penal y castigado con hasta siete años de prisión.
Y, sin embargo, aún hay valientes que intentan hacer fraude –incluso hay mafias que venden artefactos a los estudiantes como prendas de ropa con micrófonos incorporados–. En todo caso, además de un riesgo, es una misión casi imposible: las autoridades chinas ya se han encargado de que los exámenes sean uno de los secretos mejor guardados del mundo, al tiempo que han mejorado sus controles de seguridad inteligentes, que podrán detectar cualquier dispositivo electrónico, como móviles, auriculares y relojes.
Asimismo, los postulantes tendrán que pasar por tres controles de seguridad antes de sentarse y comenzar la prueba. Y para evitar la presencia de impostores, se aplicará por primera vez un sistema de reconocimiento facial por vídeo en los puntos de acceso a los centros de examen. Lo que no saben los chinos es que la mayoría de estudiantes que copian lo hace con la tradicional chuleta de papel.
Tanta tecnología, ¿para qué?
