El regalo de una joya

23 enero 2023 20:00 | Actualizado a 24 enero 2023 07:00
Ángel Camacho
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Ha pasado la etapa anual de regalar cosas, besos o ideas. Unas, con buena intención; otras, sin acierto; algunas, exitosas, como regalar una joya. La joya que es un libro. Para los que regularmente acogen en sus manos la calidez de un libro, ya saben a lo que me refiero.

A los que nunca o casi nunca lo han hecho, les aclaro que un libro es un amigo para toda la vida. No come, ni bebe, ni fuma, ni grita. Está allí, en un rinconcito, y espera que el lector lo coja y lo abra. Que repase lentamente sus hojas. Metiéndose con calma en lo que su autor ha querido decirle. Ese amigo que siempre estará a su disposición.

Si, por suerte o voluntad, tiene una pequeña biblioteca, ya sabe que lo puede tomar por alegrías o por penas o por aburrimiento. Hay libros para todos esos momentos de ánimo. También hay lectores que acompañan este acto de comunicación con música de fondo, casi siempre tenue, casi siempre clásica.

La historia del libro es fascinante, porque está en la base, en la esencia de la civilización. Desde Oriente hasta Occidente, desde la Ciudad del Cabo hasta Laponia

La historia del libro es fascinante, porque está en la base, en la esencia de la civilización. Desde Oriente hasta Occidente, desde la Ciudad del Cabo hasta Laponia. Desde que unos seres humanos, que habitaban cavernas, o unos pastores que recogían plantas en las orillas de los ríos empezaron a poner signos, símbolos, luego letras y más tarde un alfabeto.

Que pasaron a papiros, a pergaminos, a cueros y, finalmente, al papel poco más o menos como lo conocemos. Y con la imprenta, el libro del que les hablo. De esa joya. Porque así lo considero cuando mi hijo y mi nuera me regalaron un libro.

No un libro cualquiera. Uno de los mejores que quizás se hayan escrito –al menos en castellano– sobre la evolución del libro desde los trazos en cerámica, en cera, o en papiro, hasta hoy. Me estoy refiriendo al libro El infinito en un junco, escrito por la filóloga Irene Vallejo, que, en el ejemplar que me han entregado, figura que va ¡por la 37 ª edición!... Sí, algo lleva el río cuando tanto suena.

Explica, de forma amena y profunda, cómo el libro ha superado la prueba del tiempo. Que es un corredor de fondo.

En la Edad Media ya era tan importante que Vallejo nos relata cómo, en la biblioteca del monasterio de Sant Pere de les Puelles, de Barcelona, se amenazaba «para aquel que roba o pide prestado un libro y a su dueño no lo devuelve que se le mude en sierpe la mano y lo desgarre. Que quede paralizado y condenados todos sus miembros. Que desfallezca de dolor, suplicando a gritos misericordia...».

Explica la escritora que los primeros signos escritos pudieron aparecer hace unos seis mil años en Mesopotamia (Irak actual) y luego, de forma independiente, surgieron también en China, Egipto y la India. También recuerda Vallejo las destrucciones, las quemas de libros.

Los clásicos son como esos rockeros que envejecen en el escenario. Los mitómanos se rascan el bolsillo para ir a sus conciertos, los irreverentes los parodian, pero nadie los ignora

Como decía El Roto en una viñeta: «Las civilizaciones envejecen, las barbaries se renuevan». Señala la importancia de los textos clásicos, «que acumulan siglos, pero recrean el mundo que nos rodea con una veracidad asombrosa... porque desde Grecia y Roma no dejamos de reciclar nuestros signos, nuestras ideas...».

Los tres filósofos de la sospecha –Nietzsche, en la metafísica; Freud, en la ética, y Marx, en la política– partieron del estudio de los antiguos para realizar el giro a la modernidad... Los clásicos son como esos viejos rockeros que, siempre en activo, envejecen sobre el escenario y se adaptan a nuevos tipos de público. Los mitómanos se rascan el bolsillo para ir a sus conciertos, los irreverentes los parodian, pero nadie los ignora.

Como escribió Hannah Arendt, «el pasado no lleva hacia atrás sino que impulsa hacia adelante y, en contra de lo que se podría pensar, es el futuro el que nos conduce hacia el pasado».

Todo eso por unos pocos euros. En un libro.

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