Tal vez fue la luz lo que captó tu atención, lo que te hizo detenerte un momento y mirar fijamente a la «nada», mientras observabas cómo los últimos rayos dorados del sol del día se exhalaban en la sombra que se avecinaba. Tal vez fue la forma en que tus colores favoritos aparecieron en una calle lateral, dispuestos de manera tan llamativa que te preguntaste cómo nunca los habías visto antes, y por qué, ahora, estás ahí, asombrado por la «nada». Tal vez fue el lenguaje desconocido codificado en tu camino, lo que te hizo detenerte, primero para descifrarlo, luego para notar el silencioso arte en juego. Un graffiti, un logo. Tal vez fue la forma en que las ramas despojadas de vegetación dibujan el cielo en un suave abrazo lo que te hizo recordar algo, y por eso te quedaste allí, simplemente sonriendo a la «nada». Tal vez fue ese rincón de una casa modernista que te hizo comprender que si el mar Mediterráneo fuese arquitecto, sería un arquitecto modernista, como los nuestros. Tal vez fue la visión de unos ojos dibujados en la sombra de un escaparate, mirándote sin parpadear lo que te hizo devolver la mirada. Tal vez es por eso que la gente te ve mirando a la nada y se pregunta por qué. Tal vez piensan que te has ido con las hadas. Quizás te preguntes cómo es que ellos no ven lo que tú ves: ¡la magia, la belleza que hay ahí! donde otros no ven «nada».
Nada
01 febrero 2025 20:27 |
Actualizado a 02 febrero 2025 07:00

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