En los años noventa me llamaba Rafael Nadal para preguntarme si había hecho mi quiniela. Se refería a adivinar cuántos concejales lograría cada partido en las municipales de Tarragona. Él ya tenía hecha la suya y las contrastábamos. Después ocurría que su hijo ganaba las elecciones una y otra vez.
El miércoles tomé café con Joan Miquel, aprovechando que estos días el exalcalde no estaba navegando alrededor del mundo. Hicimos quiniela y ya deduje que su hijo Dídac no se presentaría a las elecciones. Tiene familia y mucho trabajo de despacho como para buscarse más problemas de los necesarios en una política nacionalista fragmentada.
¿Volverá a la política más adelante? En un Nadal esta es una tendencia irrefrenable y Dídac tiene simpatía y condiciones.
