Cuando Josep Gomis me invitó a participar en el patronato de la Fundació Onada, que atiende a personas con discapacidad mental, no podía sospechar lo que aprendería de él mismo y de los miembros de la junta, hoy presidida por Josep Poblet; por no hablar de sus eficaces directores, José Carlos Eiriz y Marta Tutusaus.
En las reuniones destacaba Manuel Palou, cuya muerte ayer nos entristeció a todos. Júlia, compañera de sesiones, lo ha definido como bueno, generoso y amable. Hace años nos alarmó su deterioro por un cáncer. Cuando lo venció siguió con la función de secretario que compatibilizó con la presidencia de Dincat, federación catalana que agrupa a 300 entidades de discapacidad intelectual.
Conservó hasta el último día su entrega y sonrisa permanentes.
