Estados Unidos 4 de julio, el día nacional menos orgulloso en años

El dato. Desde hace dos décadas, el número de ciudadanos orgullosos de ser estadounidenses decae. EEUU es hoy un país desorientado que necesita sanar sus heridas

03 julio 2022 19:59 | Actualizado a 04 julio 2022 07:00
Gustau Alegret
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Gustau Alegret es periodista, trabaja en Washington para el canal internacional de noticias NTN24.

Si hay algún día patrio en Estados Unidos, este es el 4 de julio, día de la Independencia. Coincidiendo con esta fecha, este año –como hace desde 2001–, la empresa de estudios de opinión pública Gallup ha actualizado su encuesta sobre el orgullo de los estadounidenses por su país. Los datos de este año confirman una tendencia que, con pocas excepciones, ha mostrado el trabajo de Gallup desde que comenzó a medir ese orgullo de ser estadounidenses, y es el del constante descenso

Un 38 por ciento de los adultos consultados en las últimas semanas dicen estar «extremadamente orgullosos» de ser estadounidenses; es decir, menos de 4 de cada 10. Ellos, junto a los que dicen estar «muy orgulloso», llegan al 65 por ciento de los adultos del país. Otro 22 por ciento dice estar solo «moderadamente orgulloso»; mientras que el 9 por ciento lo está «un poco» y el 4 por ciento «nada» orgulloso. Esa cifra del 65 por ciento que suma a los estadounidenses que se sintieron «extremadamente» o simplemente «muy orgullosos» de su país ha caído un 3 por ciento en el último año, y un 22 por ciento desde el año 2001.

Hay sustanciales entre los que se consideran republicanos, los que se consideran demócratas y los independientes, pero los tres grupos descienden en el último año y caen desde que se comenzó a hacer la medición.

Estados Unidos es hoy un país desorientado y dividido. Está afectado por muchos de los grandes males que afectan a las democracias occidentales; polarizado, y con una creciente desafección de sus ciudadanos con la política y sus instituciones.

La mitad del país ve a la otra como el problema. Más aún, hay una mayoría en una de esas mitades que cree que le robaron las últimas elecciones. Y en la otra mitad, sienten que la Corte Suprema –de mayoría conservadora gracias a la caótica presidencia de Trump, que consiguió nominar a tres magistrados– revierte sentencias históricas o impone con sus fallos sobre los temas más polémicos en el país, como más libertad para portar armas en público, la protección para acceder a abortos o difuminando la necesaria separación entre religión y estado.

El presidente, Joe Biden, que llegó al poder con el mensaje de restaurar la dignidad de la Sala Oval y gobernar con decencia (en contraposición al gobierno Trump), enfrenta serios problemas de credibilidad. Un año y medio después de asumir su cargo, el 85 por ciento de los adultos estadounidenses considera que Estados Unidos va en la dirección incorrecta, incluso entre los de su propio partido. Esto, según un sondeo de The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research publicado precisamente la semana pasada.

Como muestra el trabajo de Gallup, la tendencia no es nueva. Tras el aumento del orgullo de ser estadounidenses que provocaron los atentados del 11-S en 2001, el descenso ha sido constante. Las guerras en Irak y Afganistán; la presidencia de Obama, a quien en 8 años muchos vieron como alguien indigno para ese cargo; el movimiento Tea Party que provocó su victoria; la caótica presidencia de Trump; ahora los problemas de credibilidad de Biden para resolver los problemas del país... se suman a la incapacidad creciente de los dos partidos de ponerse de acuerdo en los grandes temas de país o la pérdida de confianza que tiene la Corte Suprema (que es solo de un 25 por ciento).

Estados Unidos ya no es el referente que era. Tiene problemas para ser decisivo en los principales retos que amenazan al mundo libre y muestra incapacidad de solventar sus propios problemas internos. Lo ven los europeos y también lo ven los estadounidenses. La buena noticia es que tiene todavía el potencial de volver a serlo, de sanar sus heridas internas y recuperar –con sus diferencias– la convivencia y su institucionalidad.

En este 4 de julio, la pregunta es si serán capaces de hacerlo y cuánto tiempo llevará. El mundo necesita un Estados Unidos fuerte y comprometido con los valores que nos unen como demócratas y defensores de las libertades individuales. Aún con sus defectos, no tenemos alternativa mejor.

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