El valor de la marca

29 mayo 2023 06:19 | Actualizado a 29 mayo 2023 06:22
Dánel Arzamendi
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Mala noche para los socialistas... salvo en Tarragona. En efecto, los resultados de los comicios celebrador ayer pueden provocar para el PSOE la pérdida del gobierno en varias y relevantes ciudades y comunidades autónomas, si PP y Vox logran alcanzar un acuerdo de colaboración global. En este clarísimo giro a la derecha en las preferencias electorales de la ciudadanía, causado básicamente por la desigual salud de la marca de socialistas y populares a nivel estatal, confluyen varias tendencias.

Por un lado, parece obvio que el ruido generado últimamente desde la Moncloa por una coalición mal avenida ha afectado muy negativamente a la imagen de los socialistas. Y, por lo visto, el imparable desgaste interno del ejecutivo en una legislatura ciertamente convulsa ha sido de tal envergadura que ha terminado impactando sobre sus candidaturas locales, y hace asomar nubarrones de cara a las elecciones generales de otoño.

El rostro de circunstancias que el gobierno ha trasladado últimamente a la población también ha impedido que el PSOE reciba al menos una parte de los restos del naufragio de Ciudadanos, definitivamente hundido en el fondo del océano electoral. Ojo con la posible sublevación de los barones socialistas descabalgados del poder ante una estrategia estatal que se los ha llevado por delante. Pedro Sánchez no habrá dormido bien esta noche.

El PP es el partido más votado de España, y gana en seis de las ocho mayores ciudades del país. Noche redonda

Los que sí parecen haber capitalizado la fulminación naranja han sido los populares, que vivieron anoche en la calle Génova una celebración que se les resistía desde hace años. Si llegan a un acuerdo con Vox, el vuelco institucional será brutal.

En medio de ciertas suspicacias vinculadas a una posible crisis de liderazgo, no se sabía si ayer iba a ser el día de Isabel Díaz Ayuso o de Alberto Núñez Feijóo, pero los resultados del PP han sido tan positivos que ambos pueden ponerse una medalla en su solapa: la primera, por su victoria arrolladora en Madrid (acompañada por la mayoría absoluta de Almeida en el ayuntamiento), y el segundo, por un triunfo global superior al esperado, con la conquista de varias plazas fuertes como Valencia, Sevilla o Valladolid, así como los gobiernos de Aragón, Baleares, Extremadura, Cantabria o Comunidad Valenciana en el momento de redactar estas líneas. El PP es el partido más votado de España, y gana en seis de las ocho mayores ciudades del país. Noche redonda.

Por su parte, la fuerte irrupción de Vox en el panorama municipal y autonómico permite a los populares contar con la muleta que necesitaban para sumar la mayoría necesaria en diversas ciudades y regiones.

No nos encontramos ante un aumento especialmente destacable del apoyo alcanzado por la extrema derecha en los últimos comicios, sino ante la simple traslación de su presencia electoral ya conocida al ámbito local, teniendo en cuenta que este partido se presentó de forma limitada e intempestiva a las urnas municipales y autonómicas de hace cuatro años. Sin duda, durante las próximas semanas, el foco de todas las miradas se dirigirá a la negociación global que previsiblemente se desarrollará entre el partido ultraconservador y el PP, de la que dependerá la implementación institucional del cambio de rumbo electoral vivido durante la jornada de ayer.

Éxito incontestable de la candidatura del PSC en Tarragona, liderada por el previsible nuevo alcalde Rubén Viñuales

El complemento que los populares encontrarán en la extrema derecha les faltará a los socialistas en la extrema izquierda, teniendo en cuenta los pobres resultados de Podemos a nivel general. Cada vez cuesta más vender la moto morada, especialmente tras algunos episodios desconcertantes de su paso por el gobierno. Ayer la ciudadanía dio la espalda al partido liderado por Ione Belarra, hasta el punto de quedar claramente por debajo de Vox en casi todas las demarcaciones.

Se ha confirmado así el fracaso absoluto de Irene Montero y compañía, quienes quedan en una posición muy débil de cara a la inminente negociación que deberán mantener con la plataforma Sumar de Yolanda Díaz, orientada a integrar ambos proyectos con el objetivo de sobrevivir a su evidente decadencia y no acabar finiquitados como Ciudadanos.

A nivel de Catalunya, donde sólo se celebraban elecciones locales, todos han ganado, como siempre. Si no me fallan las cuentas, el PSC ha sido el partido más votado, ERC ha alcanzado el mayor número de concejales, Junts ha vencido en la ciudad de Barcelona, los Comunes han logrado mejores resultados que sus compañeros a escala estatal, el PP ha aumentado significativamente su apoyo ciudadano, Vox ha entrado con fuerza en los ayuntamientos... El que no se consuela es porque no quiere.

Y, por último, un apunte local. Al igual que en Reus, éxito incontestable de la candidatura del PSC en Tarragona, liderada por el previsible nuevo alcalde Rubén Viñuales, tras una apuesta arriesgada pero ambiciosa por inyectar sangre fresca, y también favorecida por una marca que llegaba a las urnas con buena salud a nivel catalán, a diferencia de otras comunidades.

Tal y como se veía venir, ERC ha empeorado sus resultados y Pau Ricomà dejará de liderar el consistorio, víctima de una legislatura gris y de representar unas siglas que no pasan por sus mejores momentos. Por su parte, el PP de la ciudad, con Maria Mercè Martorell a la cabeza, duplica su presencia en el ayuntamiento, en medio de una guerra interna que ha dejado muy tocado al alejandrismo.

Y, finalmente, la candidatura de Vox llega a la plaza de la Font en un asombroso cuarto lugar, Junts se queda a años luz del respaldo que lograba la antigua CiU, y los Comunes repiten resultado. Con semejante panorama, es probable que los socialistas apuesten por un gobierno en solitario, sustentado en acuerdos puntuales con los partidos de la oposición. Jornada de vuelco, a todos los niveles.

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