En defensa de la educación y las humanidades

11 mayo 2023 20:38 | Actualizado a 12 mayo 2023 07:00
Cándido Marquesán
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Nuccio Ordine, profesor de Literatura italiana en la Universidad de Calabria, ha sido elegido premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023. Lo tiene merecido, por su labor docente y por sus publicaciones en defensa de las humanidades y la enseñanza.

Hoy, cuando son predominantes los valores mercantilistas y economicistas, reconforta como réplica la lectura de un librito precioso, que pretende fundamentar la existencia humana en otros valores, La utilidad de lo inútil. Manifiesto, del año 2013. El título aparentemente contradictorio tras su lectura comprobamos que es plenamente coherente.

Lo que nos quiere señalar es que hoy se consideran inútiles todo un conjunto de saberes, como la filosofía, el arte, la música, la historia, la ciencia, porque no producen directamente beneficios; cuando son muy útiles, ya que son fines por sí mismos –precisamente por su naturaleza gratuita, alejada de todo vínculo mercantilista–, permiten desempeñar un papel clave en el cultivo del espíritu y en el desarrollo de la humanidad. En definitiva, todo aquello que nos ayuda a ser mejores personas.

En cambio, lo que se denomina hoy como útil, el beneficio, el lucro, el tener, el dinero es plenamente inútil, ya que no sirve para desarrollarnos como personas. En las sociedades actuales el conocimiento no se valora. El artista, el científico, el intelectual, se valora mucho menos que el influencer, el futbolista...

Hoy el conocimiento no se valora. El artista, el científico, el intelectual, se valora mucho menos que el influencer, el futbolista...

En otras épocas no fue así, el respeto ha cambiado de bando. No se admira al que sabe, al que crea, al que lee, sino al que es capaz de acumular poder, lujos y riquezas, incluso al que se lucra de manera amoral.

Para justificar la tesis expuesta, Nuccio recurre a pensadores clásicos y actuales, recogidas tras largos años de experiencia docente.

Ovidio, profundo fustigador en la Metamorfosis, de la infame pasión por el poseer, afronta explícitamente la cuestión de la utilidad de lo inútil. En una carta a un amigo le dice: «Por más que te esmeres en encontrar qué puedo hacer, no habrá nada más útil que estas artes (la poesía), que no tienen ninguna utilidad. Gracias a ellas, consigo olvidarme de mis desgracias (su destierro)».

Nuccio en una entrevista nos dice que no está en contra del beneficio y del dinero, que son necesarios para vivir, lo que no puede ser que se conviertan en un fin por sí mismos. Que un empresario tenga beneficios no es malo, siempre que al acostarse duerma plácidamente con la conciencia tranquila. Como lo fue Adriano Olivetti que nos enseñó que una empresa no debe producir sólo beneficios, sino también belleza y libertad.

Él se dio cuenta de que con ellas el hombre aprende a entender cuál es el camino para la felicidad. Olivetti invirtió sus beneficios en bibliotecas, en casas y en guarderías para los hijos de los trabajadores. Se preocupó de darles una dignidad humana y así levantó una empresa competitiva a nivel internacional.

Y en este callejón sin salida, todo mercantilizable, debemos abrir alguna puerta, si no queremos un suicidio colectivo. Para Nuccio como docente, la puede proporcionar la educación, pero desde una concepción distinta a la neoliberal. La escuela, el instituto, la universidad, antes que para conseguir un diploma son para mejorarnos como personas.

En lugar de tanto gasto en nuevas tecnologías, que no hay que despreciarlas, hay que invertir en la formación continua del profesorado

Los docentes tenemos que ayudar a los jóvenes a eliminar esa idea, propia de estas sociedades utilitarias, de que el estudio es para conseguir algo material. En las familias, en la sociedad, en los medios, y sobre todo en las escuelas, es donde hay que trabajar intensamente para cambiar esta percepción tan nociva, esa degeneración de la enseñanza enfocada a obtener resultados como única meta, olvidando que el saber debe llevar a los estudiantes a entenderse mejor a sí mismos y al mundo que les rodea, a amar el bien común, a ser tolerantes, solidarios, utópicos, críticos frente a la injusticia, valores que nos hacen más humanos.

Las escuelas y las universidades son el lugar idóneo para demostrar que las leyes del mercado no valen, basadas en el principio de la pérdida y la ganancia; en cualquier intercambio comercial siempre hay algo que sale y algo que se queda. Pero el intercambio entre profesor y estudiante es un proceso virtuoso donde el que da y el que recibe se enriquecen ambos. Nadie pierde.

Las escuelas deberían ser ese lugar donde las leyes del beneficio acabaran rompiéndose, naufragando. Nuccio pone un ejemplo a sus alumnos: «Hoy con el dinero podemos comprar cualquier cosa, a los jueces, a los parlamentarios, a las cadenas de televisión y si se es rico se puede obtener el éxito y el erotismo. Pero hay algo que, sin embargo, no se puede alcanzar con todo el oro del mundo, el conocimiento».

En otro libro de 2016 Clásicos para la vida. Una pequeña bibloteca ideal, Nuccio defiende la idea de la trascendencia de los autores clásicos, hoy marginados, para la educación y para la vida en general. En la introducción señala que en los últimos 15 años, en el primer semestre de cada curso, todos los lunes ha leído un pequeño fragmento en verso o en prosa de autores clásicos, y posteriormente realizaba unas reflexiones.

La experiencia ha sido muy bien acogida por los alumnos, y considera que el acercamiento a los clásicos no debería hacerse con el objetivo de aprobar un examen, sino por puro placer, y para entendernos mejor y entender el mundo que nos rodea. Un libro clásico es aquel que es capaz de responder a las preguntas que se generan los lectores a través de los siglos. Cada lector, cada siglo, se hace preguntas, y los clásicos las responden y siempre nos hablarán del presente. Ya que tienen muchas cosas que enseñarnos en nuestro vivir cotidiano. Y en esta tarea es clave la existencia de buenos profesores.

Es muy grave que en los sistemas educativos actuales solo se piensa en los currículos cara el desempeño de una profesión futura. De ahí la marginación de las disciplinas humanísticas. Pero está demostrado que la excesiva profesionalización mata la curiosidad y a la creatividad. Por otra parte, perseguir la quimera del mercado es una pura ilusión.

Lo estamos constatando con el excesivo paro de los jóvenes. Las necesidades profesionales exigidas por el mercado cambian con una rapidez vertiginosa, y por ello es muy complicado adaptar los currículos escolares. La formación requiere plazos largos. No se necesitan muchas reformas, lo que se necesitan son buenos profesores con vocación, que ejerzan su profesión con pasión y con ilusión. Todos conocemos algunos de ellos que nos dejaron una profunda huella, y que nos hicieron amar y elegir una determinada disciplina o carrera.

Sigue diciéndonos Nuccio que la buena escuela no la hacen ni las tablets en cada pupitre, ni la pizarra conectada a Internet, ni el director que ejerce como manager. ¿Estamos seguros que los alumnos aprenden más y mejor a través de los recursos multimedia y de materiales didácticos on line? En lugar de tanto gasto destinado a las nuevas tecnologías, que no hay que despreciarlas, y que sirven para generar grandes beneficios en el mundo empresarial, hay que invertir en la formación inicial y continua del profesorado.

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