La ley del mar. Acuerdo de Naciones Unidas para legislar en el ámbito oceánico

19 marzo 2023 12:55 | Actualizado a 20 marzo 2023 07:00
Àfrica Uyà
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«El buque ha llegado a la costa», éstas fueron las palabras de la presidenta de la conferencia intergubernamental de las Naciones Unidas al anunciar, casi entre lágrimas, que por fin se había llegado a un acuerdo. Una metáfora que hacía referencia al Tratado de los Océanos, el BBNJ, Biodiversity Beyond National Jurisdiction.

Y no es para menos. Han sido casi 20 años de negociaciones fallidas, con un esprint final de cinco rondas y dos maratonianas noches de reuniones, tal cual llega el día del examen y te das cuenta de todo lo que te falta aún por estudiar. Sin embargo, se ha conseguido el aprobado a lo que es el primer tratado mundial sobre las aguas que van más allá de la jurisdicción de los estados ribereños. Un cambio de paradigma que abre una puerta a nuevas maneras de gestionar el mundo.

Los estados miembros de la ONU, actualmente 193, concluyeron en su sede, New York, las negociaciones al firmar este histórico tratado de Alta Mar aclamado por líderes mundiales, científicos y grupos ambientalistas. Ahora, para ir a por nota, las naciones deberán adoptarlo y ratificarlo. Todo ello sin demasiada dilación pues hay objetivos marcados para el 2030, el 30x30, es decir, proteger el 30% que incluye a los océanos para ese año.

Pero, ¿por qué es tan importante hablar de la ley del mar? El marco jurídico se encuentra en un tratado de hace más de 40 años, el tratado sobre el Derecho del Mar de 1982, el United Nations Convention on the Law of the Sea –UNCLOS en su acrónimo en inglés– y recoge la jurisprudencia hasta las 12 millas, la llamada geocéntricamente Mar Territorial, y la mercantilmente llamada Zona Económica Exclusiva, que se extiende hasta las 200 millas.

Han sido casi 20 años de negociaciones fallidas, con un esprint final de cinco rondas y dos maratonianas noches de reuniones

Más allá de este entramado, se encuentra la Alta Mar, las aguas internacionales que son el 45%, cerca de la mitad de la superficie del planeta. Estas aguas están contempladas en el Derecho del Mar citado como una mar abierta que goza de todo un listado de libertades. Decir que es una especie de far west a la marinera no es del todo preciso ya que la OMI, Organización Marítima Internacional, tiene numerosos convenios vinculantes a esas aguas incluidos los Polos.

Pero desde el actual UNCLOS sí se podría decir que los cowboys marinos vendrían a ser los buques que navegan por esas ‘praderas sin ley’ que se encargan de mover más del 80% de las mercancías del mundo, según la UNCTAD (United Nations Conference on Trade and Development). Ante un conflicto (la piratería es un tema aparte), una infracción, una contaminación, etc., la responsabilidad recae exclusivamente sobre el Estado del pabellón, es decir, el país donde está registrado el barco.

Mayoritariamente (más del 70%), banderas de conveniencia, las FOCs (Flags Of Convenience) características por tratarse de paraísos fiscales buscando evasión de impuestos, eludir leyes y reglamentaciones internacionales. Condiciones mínimas e incluso subestándares reflejadas en una paleta de colores de tela indicando países como Liberia, Panamá, Bahamas o Togo, entre muchos otros.

Pero, ¿y qué hay en ese far west? Todo lo positivo y todo lo negativo.

Lo positivo es que hablar de océanos, es hablar de un manto de vida que cubre la superficie de la Tierra en un 70%. Gracias a ello, la atmósfera se nutre del 50% del oxígeno que producen, a la vez que nos protege del CO2, nos da energía a través de las olas y las mareas, su rica biodiversidad es fuente de alimento, abastecen a casi 3.000 millones de personas en todo el mundo, se producen medicamentos y son objeto del turismo. La lista es larga.

Lo negativo es complejo. Ballenas, cetáceos, pájaros, tortugas y peces son objetivos de billones de armas plásticas desplegadas ya por todos los mares. Ecosistemas que se deterioran. Corales y manglares en regresión. La vida marina desaparece al doble de velocidad que las especies terrestres.

El 10% de las especies están en peligro de extinción y el pronóstico según la UNESCO es que a finales de este siglo la mitad de las especies marinas estarán amenazadas. La mayoría de las aguas residuales del mundo se vierten al mar sin filtrar. El calentamiento del agua no ayuda. La pesca ilegal, la sobrepesca y las malas artes pesqueras provocan que unos 10 millones de toneladas de peces se desechen.

Por eso es tan importante y urgente legislar sobre todo lo que sucede en este submundo tan rico y lleno de vida como frágil y sensible a la actividad humana. El tercio que se quiere proteger será en forma de parches, pero es un comienzo. Se determinarán zonas AMP (Áreas Marinas Protegidas) en alta mar y sobre ellas se acabará ese límite miope para focalizar la vista en su conservación, protección de especies y uso sostenible de la diversidad biológica marina.

La ley del mar está en nuestras manos. Cumplirla es cumplir con nosotros mismos y con el planeta entero

Ello comporta establecer reglas específicas para controlar los recursos genéticos, definir topes estrictos a la actividad pesquera, controlar la mineralización o restringirla en aguas profundas.

La creación de estas reservas marinas conllevará definir rutas de navegación entre naciones en línea con este reciente tratado. Una nueva manera de trazar derrotas oceánicas no buscando la ruta más corta, sino la más acorde.

Desde tierra, al igual que en el Mar Territorial, el control y la vigilancia de los buques es de los Servicios de Tráfico Marítimo, los VTS (Vessel Traffic Services). A esta gran escala, en la que ejercerían sus funciones más allá de la jurisdicción del país al que pertenecen, deberán coordinarse internacionalmente como VTS Oceánicos: Fórmula que propuse en la defensa de mi tesis doctoral, y por tanto ya es marca académica. El seguimiento vendrá a través de los ojos de la tecnología satelitaria proyectada en una gran pantalla.

La ley del mar está en nuestras manos, y circula por nuestro cuerpo como circulan los océanos en igual porcentaje de sal: venimos del mar. Cumplirla, es cumplir con nosotros mismos y con el planeta entero.

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