Hay vida más allá del centro de Reus y el comercio masivo

Calle de Antoni Gaudí. Podría parecer que la actividad comercial tiene su barrera en el eje Llovera-Monterols, pero los propietarios de esta zona no la cambiarían por nada

03 junio 2023 19:44 | Actualizado a 04 junio 2023 08:22
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Un colegio, una casa natal, un museo, una escultura y una influencia generalizada del gran arquitecto del Modernismo catalán. Como Hijo Ilustre, además, tampoco podía faltar una calle homónima a Antoni Gaudí. Pese a no contar con ninguna construcción, el reconocido artista está muy presente entre los reusenses. Fuese o no la ciudad su lugar de nacimiento, en ella, empezó a formarse y, durante su infancia, tejió un círculo muy cercano con otros intelectuales del territorio.

Hoy en día, la calle de Antoni Gaudí es uno de los ‘símbolos’ que le recuerdan. Una vía que se acerca a la periferia del municipio que destaca por un constante paso de gente -especialmente, por la Escuela Maria Cortina y la proximidad del Reus Deportiu-, que queda enmarcado junto a una amplia zona verde como es el Parc Sant Jordi.

Un entorno inmejorable

Aunque a primera vista, y en horas punta, lo predominante sean el tráfico y el aparcamiento insuficiente, los comercios de la zona recalcan que en la calle prima la tranquilidad y que el ruido apenas molesta en todo el día. «Es una zona residencial en la que se está muy bien, está rodeada de zonas verdes y me encanta estar aquí porque parece que estés en una pecera», describe Joana Ibáñez, propietaria de Cuina i detall.

Hace 20 años, eligió esta ubicación porque le pareció una vía de paso muy agradable para instalar su despacho -se dedica a la organización y decoración de eventos, y con el tiempo sumó el servicio de tiendas con productos relacionados. «Si desde el principio me hubiese planteado que sería una tienda, me hubiese instalado en el centro de Reus, pero los alquileres son insostenibles», reconoce. A su vez, expone que la calle de Antoni Gaudí no es un espacio comercial y ni siquiera se vio beneficiada por la apertura del Centro Comercial La Fira, pero apunta que cada vez hay más cafeterías y restaurantes en la zona. «Tendemos a pensar que la gente no llega hasta aquí, como si estuviese abandonada la calle, pero mucha gente realiza actividades extraescolares o vive por esta ‘parte alta’ de Reus», valora Ibáñez.

Quienes también están encantados con su nueva ubicación son los propietarios de la Bacallaneria Cal Pagès. El negocio, que abrió en 1969, se trasladó hace un par de meses de su edificio original, en la misma vía, pero en la esquina con la calle Ample. «Empezamos a buscar un nuevo local en la zona porque no queríamos cambiar, la tienda siempre ha estado aquí», cuenta Montse Abelló, tercera generación de este comercio histórico.

Es más, la continuidad de Cal Pagès pasa por el interés de su hijo -cuarta generación-, que ha decidido formarse en comercio, marketing y emprendimiento para poder mantener el legado comercial de sus bisabuelos.

Abelló añade que «si la tienda estuviese en el centro sería diferente porque, al final, aquí hay muchos comercios de alimentación y eso nos beneficia; en el centro de Reus hay más tiendas de regalo, ropa y complementos, etc». Apenas unos metros separan al renovado y moderno establecimiento de su anterior enclave, pero en la Bacallaneria coinciden que el cambio ha sido notable porque pasa mucha más gente, sin ser un bullicio exagerado. Ello les ha hecho ganar clientela y reforzar las ganas de seguir.

Clientes concretos y fieles

Parte del encanto de los comercios en Antoni Gaudí es que cuentan con una clientela fija que agradece la cercanía. «Mucha gente viene porque preparamos los productos diariamente, aunque la producción sea más limitada, los clientes lo agradecen y si no hay lo que buscan, vuelven al día siguiente», relata Montse Abelló, en referencia al vínculo que perdura generación tras generación.

Aunque por motivos distintos, el perfil de clientes de Cuina i detall también es muy concreto: buscan un objeto específico y vienen expresamente a la tienda de Joana Ibáñez. «Tengo una clientela magnífica y, además, me compensa tener un entorno bonito y esa proximidad con los vecinos; no me iría nunca de aquí», afirma.

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