El café es la gran pasión de Bea Mesas, y no solo eso, sino que es también su negocio, su modo de vida. La joven, de 34 años, es cofundadora, al lado de dos socios más, de Incapto Coffee, una stratup que nació en marzo de 2020 con la idea de ofrecer «café de especialidad y cafeteras superautomáticas que muelan el café al momento». Entre los objetivos: conseguir la comodidad de las cápsulas «pero sin generar residuos innecesarios», argumenta. Además, «esto es como el zumo. Nada tiene que ver una naranja acabada de exprimir que un zumo de tetrabrik».
De todo ello habló Mesas ayer por la tarde en El Círcol de Reus en el contexto de ‘Beer & Business’, un ciclo que da altavoz a jóvenes emprendedores del territorio. En solo dos años y medio, y la pandemia por en medio, esta startup ha levantado el vuelo con mucha fuerza. Trabajan en dos líneas de negocio: para particulares y empresas. En este último caso, «tenemos un sistema de cafeteras conectadas a Internet y el cliente paga por consumición. Además, detectamos la cantidad de café que queda y enviamos de nuevo cuando está terminándose». Actualmente, venden por toda España, con más del 40% del negocio en Catalunya. Pero la idea es atravesar fronteras y llegar a Francia y Portugal cara 2023. «Hay una tendencia en la que la gente es cada vez más consciente del impacto medioambiental que genera su acción. A muchos les duele el cúmulo de cápsulas de café», relata.
Pero más allá, hay una cuestión de calidad de la materia prima. Algo que es su pasión y que le viene de la empresa de café que tiene su familia en Alcover. «Mi padre siempre decía que el café se pone en las venas, que te engancha desde que lo conoces, lo pruebas y te das cuenta de que hay tantos tipos y tantas formas de prepararlo», exclama. Bea Mesas no toma un café «porque sí, sino porque realmente me gusta mucho, y para tomarme uno de malo, prefiero no hacerlo».
En Incapto Coffee, «uno de los fundadores es experto en marketing digital, otro lo es en estrategia, y yo solo sé de café, así que me encargo de esto», dice con una sonrisa Mesas, que estudió Administración y Dirección de Empresas (ADE).
Explica que lo que más le gusta son los viajes de origen. «Solo conoces el café que estás consumiendo si visitas las fincas y ves cómo hacen el cultivo», relata. En concreto, tienen una docena de orígenes distintos, desde Kenia a Ruanda o Burundi. Además, está certificada como catadora profesional y, una vez les llega el café, lo valora e indica la calidad. Tacha la buena fama del café italiano de ‘tópico’, pero algo sí que hay de cierto: «En Italia hay la preocupación de saber si les sale bueno o no», lo que hace que «en cualquier sitio tengas un café muy digno».
