«El estrés hídrico que llevamos dos años arrastrando ha impedido la regeneración de los bosques»

64 hectáreas ya se han visto afectadas por las llamas en al menos 32 incendios forestales en Tarragona. La prevención, clave para no lamentar daños mayores en el futuro

22 marzo 2023 13:57 | Actualizado a 23 marzo 2023 07:00
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Los recientes incendios en Calafell, la Selva del Camp y el Perelló han puesto de manifiesto el peligro que corre el territorio. No tan solo en verano, durante todo el año. La sequía generalizada presenta al fuego como uno de los enemigos más peligrosos a combatir. Hasta el 28 de febrero de 2023, Bombers de la Generalitat ha registrado un total de 62 actuaciones en incendios de vegetación forestal –65 si se suman los tres recientes–. El total durante el pasado año fue de 246.

Agents Rurals, no obstante, contabiliza 32 incendios forestales y 64 hectáreas afectadas hasta el 15 de marzo. El año 2022, fueron 128 incendios y 429 hectáreas quemadas en la demarcación. Los datos entre los dos cuerpos son diferentes porque Bombers contabiliza los avisos y las salidas por conatos, mientras que Agents Rurals únicamente cuenta incendios forestales declarados.

Según el jefe del área regional del cuerpo de Agents Rurals en Tarragona, Cándido Rincón, «los conatos de incendios están presentes durante todo el año, la cuestión es el estado de la vegetación en ese momento; si está húmeda y no hay viento, se apaga rápido». «Para los meses del año en los que nos encontramos, hemos tenido incendios grandes», expresa el presidente de la Associació de Defensa Forestal (ADF) de l’Espluga de Francolí y coordinador comarcal de las ADF de la Conca de Barberà, David Saez.

De hecho, la temporada de incendios actual no se denomina como la de 2023, sino que aún se arrastra la de los pasados años. «Normalmente, después de una campaña de verano, en otoño, se produce un viento de levante que deja unas precipitaciones de entre 100 y 200 litros por metro cuadrado, que hacen que la vegetación, que ha estado sufriendo en verano, se hidrate y se recupere para la próxima campaña», afirma el inspector del cuerpo de Bombers de la Generalitat de Catalunya, Jordi Castellví.

Al cuerpo de Bombers le preocupa especialmente la zona interior de la demarcación de TGN

Ni en el ocaso de 2021 ni en el de 2022 se dieron estas situaciones. Por lo tanto, la temporada no se cerró como habitualmente solía hacerlo, hecho que provoca que se den incendios más peligrosos en épocas en que no es habitual. «En la mochila, llevamos más estrés hídrico por la sequía; las últimas lluvias abundantes fueron las del temporal Gloria, a principios de 2020, que dejaron la vegetación en buen estado», explica Castellví. «No queremos avanzarnos, pero, si todo sigue igual que ahora, los meses de verano pintan mal», advierte la directora general d’Ecosistemes Forestals i Gestió del Medi, Anna Sanitjas.

«La vegetación está algo más verde que en diciembre», observa Rincón. Pese a que las circunstancias no sean las idóneas para esta época del año, añade que «las plantas hacen un esfuerzo durante estos meses para rebrotar en primavera». Si llueve, aunque sea poco, la vegetación herbácea y arbustiva se verían beneficiadas. Sin embargo, los árboles, con un sistema radicular más profundo, necesitarían precipitaciones más importantes para salvar sus raíces.

Sequía y calor, combinación letal

El invierno ha sido seco, cosa que no es novedad en el Mediterráneo. Es relativamente normal que enero y febrero sean meses sin excesivas lluvias, pero, a las puertas de la primavera, la cosa no tiene buena pinta. El problema, además, yace en las altas temperaturas, que calientan de más los terrenos. Según Castellví, «esto viene determinado por el cambio climático; cuanta más temperatura, más se deshidratan y se estresan los árboles». Rincón destaca que «se pierde mucha agua y, en caso de incendios, todo se propaga mucho más fácilmente, más aún si hace viento».

¿Lloverá en primavera? «Es muy probable que sí», confía Castellví, «pero deberían caer unos 200 litros por metro cuadrado entre unos cuantos días, no en una sola tarde», añade. «Tenemos la esperanza de que llueva algo para afrontar el verano con más tranquilidad, pero las previsiones son bastante negativas», apunta Rincón. Al cuerpo de Bombers le inquieta especialmente la parte interior de la demarcación.

«Si en la zona de Calafell, que tiene la influencia marítima, el fuego ya se ha comportado así, a medida que se avanza hacia el interior, la humedad se pierde y los fuegos son más agresivos», argumenta el inspector. Por lo tanto, Conca de Barberà, Priorat, Ribera d’Ebre y Terra Alta tienen el semáforo en ámbar.

Se espera que, durante la primavera, haya lluvias que permitan hacer un reset antes de verano

A medida que deja de llover, las plantas entienden que no pueden mantener todo su volumen y se desprenden de parte de su estructura. Dejan caer hojas y ramas que se van secando para intentar reservar la poca humedad que absorben. Con toda la energía que genera el fuego, este tipo de elementos le dan más poder. Además, cuando se vaya acercando el verano, la tierra estará a mayor temperatura y el riesgo se multiplicará. Serán fuegos más difíciles de prevenir y de extinguir. «Si, dentro de un mes, estamos igual que ahora, podemos estar hablando de incendios de 200 hectáreas», relata Castellví.

La falta de lluvias también pone en peligro la nutrición de los puntos de agua de los que Bombers se provee. Normalmente, las balsas contra incendios funcionan con el agua de los pozos y de las zonas de acuíferos. «Hemos observado que hay fuentes que nunca habíamos visto secas y ahora lo están», advierte Castellví.

Mejor prevenir que curar

Este año más que nunca, resultan imprescindibles las tareas de prevención que se llevan a cabo durante todo el invierno. Efectuadas a través del Equip de Prevenció Activa Forestal (EPAF), las quemas prescritas suponen la aplicación controlada de fuego en estructuras de vegetación bajo unas condiciones fijadas, para así, convertir las zonas en espacios estratégicos para cuando se tenga que extinguir algún incendio cerca. Esta estrategia se lleva a cabo después de verano y desde febrero hasta abril. Según el inspector de Bombers, «ahora ya se ha empezado a trabajar en las balsas, ya que, para que sean operativas, no puede haber vegetación en unos 25 metros a la redonda».

Una de las misiones de Agents Rurals es la de trabajar en la prevención. Para ello, disponen del Pla Alfa, que, con tres niveles, indica cuál es el riesgo de que se produzca un incendio a lo largo del día. «También hacemos revisiones en las infraestructuras como líneas eléctricas, caminos, vías férreas, carreteras...», remarca Rincón.

La vegetación está muy seca, lo que provoca que la temporada de fuegos sea aún la del pasado año

Durante los meses con menos luz y más frío, los bomberos realizan trabajos de cartografía para ser más eficaces en la gestión de los incendios forestales que se puedan dar en la temporada de verano. «Hay algunas zonas en las que, si no se trabaja, el fuego se multiplica cuando llega, pero, si se tratan, se pueden convertir en lugares clave», destaca Castellví.

Según Sanitjas, «los planes de prevención de incendios forestales tienen en cuenta los diferentes perímetros de protección prioritaria, terrenos con gran masa forestal y un alto riesgo de incendios». El Grup Especial de Prevenció d’Incendis Forestals (GEPIF) del Departament d’Acció Climàtica es uno de los pilares de los trabajos de mantenimiento.

«Se ha pasado de un 30% de masa forestal a un 60%; la sociedad ha dado la espalda a los bosques y estamos sufriendo las consecuencias de un abandono y una desconexión rural», añade Castellví. En los últimos cincuenta años, Catalunya ha ido sumando hectáreas. «Es mucho lo que se pierde, el uso de leña, los aprovechamientos forestales que se hacían antes, el consumo de vegetación...». Pero los cambios sociales han propiciado que el papel del bosque haya cambiado con los años. Para Saez, «es una lástima, antiguamente había tierras agrícolas por todos lados y ahora todo es bosque».

Cómo se va a desarrollar el verano es aún una incógnita. Dependerá de si llueve y la cantidad en que lo haga. Por el momento, los equipos de prevención se encuentran ya llevando a cabo las acciones necesarias para que, en los meses de pleno verano, se sufra por el fuego lo menos posible.

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