«Siete olas y nunca me he contagiado»

Tras dos años y medio de pandemia, ellos son la resistencia que se sigue librando de la Covid por una mezcla de azar, cautela y quizás algo de genética. «Somos un poco bichos raros», reconocen

06 agosto 2022 20:27 | Actualizado a 07 agosto 2022 07:00
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Oficialmente más de 259.000 tarraconenses se han contagiado de Covid-19 en dos años y medio. Es un 32%, aunque la cifra real, incuantificable, es muy superior, por la multitud de casos que no se han registrado, tanto al principio de la emergencia como ahora.

Tanto es así que no es fácil toparse con lo que podríamos llamar los ‘inmunes’, un colectivo cada vez más reducido, al que el SARS-CoV-2 quizás le ha pasado cerca, sin tocarle. Con solo salir a la calle lo comprobamos. En una estimación aproximada y nada científica, alrededor del 70% de las personas a las que consultamos han pasado la enfermedad –varios dos veces– . «Vais a tener difícil encontrar a gente», dice una mujer sentada en un banco de Tarragona, contagiada dos veces, «la primera más fuerte, la segunda leve».

También será misión ardua hacer estadística. «Es imposible saber cuánta gente se ha infectado a estas alturas, porque los recuentos no diferencian si son reinfecciones, por ejemplo, y en los últimos meses ya no se hacían test. Es imposible saberlo, aunque obviamente las cifras son mucho más elevadas que las oficiales», reconoce Àlex Arenas, catedrático de Ingeniería Informática y Matemáticas de la URV.

«He salido a la calle pero también he procurado cumplir las normas y mis amigos también lo han hecho. Cuando uno se infectaba se confinaba en casa», dice Joan Marc Bautista (18 años)

Pone un ejemplo de la infradetección: «En la última oleada calculamos que estábamos detectando menos de un 25%». Y añade, como una reivindicación: «Sería muy interesante, en estos momentos de la pandemia, hacer un estudio al respecto. Para ello necesitaríamos hacer una encuesta, al menos de 1.000 personas, en lugares diferentes de Catalunya, con una muestra aleatoria, y obtendríamos una fotografía aproximada».

Ahí se incluirían personas que han tenido el virus y no lo han sabido –por ser asintomáticas– o enfermos con síntomas leves que nunca notificaron su caso a Salut.

Lo más cercano a una aproximación así fueron los estudios de seroprevalencia que realizó Sanidad al inicio de la pandemia, ahora totalmente desfasados. Hubo varias fases y situaron esa generación de anticuerpos en un 5,6% de la población tarraconense, en aquellos momentos en los que aún se hablaba de la inmunidad de rebaño.

El día a día con clientes

Los resultados dibujarían a ese colectivo menguante en el que se engloban casuísticas infinitas y experiencias diarias que han parecido plantarle cara al SARS-CoV-2 y, en última instancia, a la ciencia.

Es singular el caso de Eugenio Monje (50 años), camarero en el Frankfurt Locrismar, en la Avinguda Ramón y Cajal de Tarragona: «No me he contagiado, y he estado cada día en el bar, con clientes que venían y al día siguiente me decían que lo habían cogido. Yo me hacía la prueba y nada».

«He seguido haciendo mi vida, saliendo a la calle pero sin meterme en aglomeraciones. No tengo miedo a contagiarme pero soy precavido», reconoce José Guerrero (84 años)

También es peculiar el de Elisabet Fajardo (29), prácticamente la única en el núcleo familiar sin rastro del virus. «No me he encontrado mal en ningún momento», dice. A veces el ‘bicho’ se ha driblado sin saberlo. «Supongo que habrá sido suerte», reconocen varios.

El médico Salvador Macip, doctor en genética molecular y profesor de Ciencias de la Salud en la UOC, arroja luz sobre esos indemnes. «No podemos ver la infección como blanco o negro. Es mucho más complicado que eso. El contagio se define por cuántos virus te llegan y cuál es el estado de tus defensas, algo en lo que puede intervenir la nutrición o la salud de cada uno en ese momento, y la genética», desgrana el médico.

«Mi madre de 96 años lo ha cogido, y también mi hijo, pero yo no. He llevado siempre mascarillas de tela hechas por mí. He salido cada día sin miedo», explica Ana Jerez (63 años)

Tan importante como el virus somos nosotros mismos y el momento del contacto. «Toda infección se define por el equilibrio entre los virus que te entran y cómo te puedes defender, depende de esa lucha entre las dos fuerzas», añade el investigador. De ahí que, en esa aleatoriedad de los contagios, alguien con contacto estrecho con un enfermo haya burlado a la Covid-19. «Hay un factor suerte, esto no son matemáticas», incide Macip, que alumbra un camino que la ciencia aún explora, el de la posibilidad de que, por genética, haya perfiles resistentes: «El sistema inmune es ligeramente diferente en cada uno. A todas las infecciones respondemos diferente, con una reacción heterogénea. Un ejemplo es el sida. Hay un 5% de personas, denominadas controladores de elite, a las que una mutación hace que no se vayan a contagiar nunca. Ha pasado siempre en la historia de la humanidad».

Variaciones genéticas

Como en una selección natural, «cuando había una infección se cargaba a toda la gente susceptible y, la parte de población que más resistía, sobrevivía», por lo que «es muy posible que haya gente con una variación de genes que les haga más resistentes, pero aún no sabemos cómo funciona».

«Me he hecho 10 PCR. Venían los clientes al bar, daban positivo al día siguiente y me hacía la prueba. Y nada, y eso que he tenido contacto con mucha gente», admite Eugenio Monje (50)

Es cuestión de analizar, en esos ‘bichos raros’ que siguen limpios, si disponen de información genética que haga las veces de escudo. Se trata, en esencia, se secuenciar genomas en busca de patrones comunes y que sean diferenciadores de ese resto de habitantes que sí son candidatos a caer con más facilidad en la infección.

Alteraciones en la enzima ACE2, el receptor del patógeno, o en alguna proteína podrían estar tras la clave. Otros estudios sostienen que el grupo sanguíneo influye y que, por ser cero negativo, hay menos posibilidades de contraer el virus. «Hay mucho por investigar aún. Sabemos que lo genético influye pero no de qué manera», dice Macip.

«Dicen que por ser cero negativo tienes menos opciones de cogerlo. Mis hijos se contagiaron. Yo he salido menos porque he tenido miedo y he sido cauta», cuenta Conchita Tambo (69)

Por ahora solo hay pistas. Àlex Arenas cree que «la información aún es bastante difusa y poco concreta» y apunta que en esa protección todavía poco conocida que brinda el ADN va a tener la ciencia mucho que decir: «Se sigue investigando, pero estamos muy lejos de ver cómo nos afecta y cómo nuestro organismo nos está protegiendo. Hemos avanzado mucho, pero el camino todavía es largo. Pasaremos años indagando». Mientras tanto, a los ‘vírgenes’ de Covid les queda seguir siendo precavidos y confiar en la fortuna. O, lejos de ese rigor médico, apelar al viejo rito: ‘Toquemos madera’.

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