Tarragona es la capital de España donde más sube el precio de los pisos compartidos

El stock de habitaciones cae más de la mitad en la ciudad en el último año, un 53%. El coste crece un 20%, récord en España, y se sitúa en 330 euros. Carrera contrarreloj de los estudiantes por un alojamiento

22 agosto 2022 21:34 | Actualizado a 23 agosto 2022 18:55
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Beltrán González (22 años) es de Córdoba y este curso entra en el grado de Historia del Arte y Arqueología de la URV. Como tantos otros estudiantes, sigue en la búsqueda de piso en Tarragona, toda una odisea que, a las puertas de septiembre, aún se prolonga. «Desde que confirmé mi plaza el pasado 7 de julio, he estado intentando buscar una habitación libre en varios pisos pero me he encontrado con que casi todo estaba pillado apenas confirmadas las adjudicaciones en los grados», relata este estudiante. Los mensajes más o menos desesperados en busca de un alojamiento a contrarreloj proliferan en las redes sociales.

Beltrán sufre en sus propias carnes los estragos de la ecuación del mercado inmobiliario: escasez de pisos compartidos para el alquiler y precios altos. Con el curso a la vuelta de la esquina y la presencialidad totalmente recuperada, hallar un techo vuelve a ser para muchos una quimera, más aún que en los tiempos precovid. «En casi todas las plataformas de oferta de vivienda se repiten las mismas habitaciones, estando la mayoría ya pilladas por alumnos Erasmus o nacionales hasta mínimo febrero, cuando termina el primer cuatrimestre», explica Beltrán, que añade: «Me da la sensación de que en Tarragona hay muy poca vivienda para estudiantes para la gran cantidad de universitarios que se acumulan en una ciudad costera tan pequeña».

No es solo una impresión subjetiva fruto de su experiencia. Un informe reciente del portal Idealista certifica «un descenso del producto disponible muy pronunciado» en cuanto a las habitaciones en piso compartido. En Tarragona capital, lugar codiciado por los estudiantes sobre todo de la URV que vienen de fuera, el desplome ha sido especialmente marcado: hay un 53% menos de oferta en el último año. Es más que la media de España (45%).

Es decir, que las opciones para entrar en una habitación han caído más de la mitad. Tarragona se sitúa en un segundo escalón, por detrás de ciudades como Palma (-78%), Barcelona (-73%) o San Sebastián (-71%), donde la contracción del producto es todavía más acusada.

Más encarecimiento que Madrid

Pero no quedan ahí los problemas para los estudiantes o los trabajadores que buscan alojamiento. El mismo balance de Idealista sitúa a Tarragona como la capital de España donde más se han encarecido los precios en estos últimos 12 meses. El aumento ha sido del 20%, nueve puntos más que el incremento del IPC para la provincia. Tarragona comparte ese primer puesto con Málaga y Almería, también en ese 20% alcista, y superando a grandes capitales como Barcelona y Madrid, ambas con un 14%.

La oferta de pisos con habitaciones compartidas se ha desplomado un 53% en Tarragona capital en el último año, más que la media (-45%)

Es decir, Tarragona no es la ciudad con los precios más prohibitivos pero sí donde la subida es mayor. Una habitación en un piso compartido cuesta en Tarragona 330 euros de media. Hace un año, el precio era de 275 euros, y la tarifa había bajado un 3,1%. El impacto de la inflación es claro: en 2018 el precio era de 266 y en 2019, antes de la Covid, de 275, según los mismos informes.

«No quedan pisos, no hay nada. Me llaman pidiendo y no puedo ofrecer nada, hay una oferta muy escasa y sigue habiendo demanda. Además, los precios han subido mucho», denuncia Antonio Camús, agente de la propiedad inmobiliaria en Inmobiliària Universitària de Tarragona.

Camús ofrece una explicación: «Hay muchos pisos de alquiler que han pasado a la venta, debido a las limitaciones de precios que se habían puesto. Por eso algunos prefieren vender, en busca de una mayor rentabilidad».

Joan Boronat, de Finques Boronat, también se encuentra con un problema cronificado desde hace tiempo: «Hay mucha más demanda que oferta en el alquiler, y eso también incluye a los estudiantes o a los trabajadores, aunque no es una problemática exclusiva de ellos. Hay poco producto. La mayoría de estudiantes llevan tiempo buscando pero siempre quedan algunos que siguen en ello. Aún recibimos demanda».

Beltrán, el joven cordobés que prepara su aterrizaje en la URV, dice que, pese a todo, «me esperaba que los precios fueran más caros, la grandísima mayoría tienen un coste bastante asequible, entre 250 y 370 euros el piso». «Sigo aún de búsqueda –cuenta el universitario–, casi todos los días se actualizan los anuncios y pruebo contactando. Los precios realmente siguen siendo muy similares. Con suerte antes de incorporarme a la universidad tengo habitación».

«Está todo cogido»

La otra derivada es la ocupación en las residencias, que también se llenan con rapidez. «En Mediterrània está casi todo lleno y Sant Jordi a un 80%. A estas alturas está casi todo cogido, es prácticamente como un año normal, previo a la pandemia», explica Carmen Rodríguez, desde la recepción de las residencias Sant Jordi y Mediterrània, en la Avinguda Lluís Companys de Tarragona. Ante el incremento de los alquileres, optar por una residencia puede ser una de las alternativas. «Cuando eligen esta opción es porque aquí tienen las necesidades más cubiertas», explica la recepcionista.

Josep Diego, administrador de la residencia Revisa, en la Avinguda Països Catalans de Sant Pere i Sant Pau, al lado del Campus Sescelades de la URV, confirma la dinámica: «Tenemos llenas ya todas las plazas. Normalmente a estas alturas aún quedaba algo pero en esta ocasión no, está todo completo. Hemos llenado antes que otras veces. Es algo que no pasaba estos últimos años por la Covid, que hacía que muchos estudiaran desde casa telemáticamente».

No hay que asociar exclusivamente la habitación compartida al estudiante. También trabajadores con movilidad necesitan esta opción –el repliegue en buena parte del teletrabajo es otro factor– y perfiles con necesidad de compartir, porque no pueden pagar un piso por ellos mismos. Asociado a ello está la edad media, que no deja de subir. En Tarragona es de 36 años, seis más que en 2020, según los mismos estudios de Idealista. En 2019, previo a la Covid, la media era de 29 años.

Otro de los factores que tienen que ver es el travase del alquiler residencial al vacacional. La pandemia y el hundimiento del turismo provocó que numerosos propietarios cambiaran el uso de su inmueble y, ahora, ante la recuperación, realizan el camino inverso. Un informe del portal Pisos.com de 2020 sostenía que un 20% de los pisos en Tarragona transitaron del uso vacacional al de larga duración ante la ausencia de visitantes. Con la vuelta del turismo, esos pisos salen del parque residencial, mermando considerablemente la oferta.

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