Alcaldesas y concejalas ¿por qué aún son minoría en Tarragona?

En Tarragona hay 34 alcaldesas frente a 151 alcaldes y 590 concejalas frente a 1.089 concejales. Ellas mismas explican por qué la paridad en la política local está tardando en llegar

19 mayo 2017 15:29 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:29
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«¿Ahora nos tiene que venir a mandar una mujer?», es una de las frases que escuchó Lidia Bargas entre los mayores de su pueblo, Prades (587 habitantes), cuando se presentó por primera vez para la alcaldía. Aquellas primeras elecciones las perdió y estuvo en la oposición; en las segundas su lista obtuvo mayoría pero no gobernó y a la tercera fue la vencida: ganó por ¡un voto! En la cuarta elección, la de 2015, los resultados cambiaron sustancialmente, obtuvo mayoría y ganó con un 60% de los votos. «A las mujeres siempre nos toca demostrar que valemos», resume. Orgullosa de su logro, lamentablemente ese triunfo no pudo celebrarlo en el momento. La misma noche electoral terminó en el hospital donde fue operada de un aneurisma. Ya está recuperada.

Bargas (CIU) forma parte de una minoría que crece despacio, la de las mujeres que se involucran en la política local y además, permanecen. En la demarcación de Tarragona, por ejemplo, hay 34 alcaldesas frente a 151 alcaldes. Representan el 18,4%, una cifra que todavía no se acerca a la paridad. Son datos similares a los del conjunto de Catalunya y de España (19,09%).

Lo dice el estudio Mujeres y Hombres en los Gobiernos Locales, realizado por la Associació de Dones Periodistes de Catalunya (ADPC) y que constata, eso sí, que las cosas están cambiando poco a poco. En la demarcación, por ejemplo, el número de alcaldesas ha crecido poco más de 6 puntos porcentuales desde las elecciones de 2003, cuando la proporción se encontraba en el 12%.

Entre los datos locales hay algunos significativos, apunta Bargas (CIU), quien también es representante del Institut Català de les Dones en Tarragona, como por ejemplo que en la comarca del Tarragonès solo hay una alcaldesa frente a 22 alcaldes (4%)y está al frente de un pueblo pequeño: Renau. En contraposición, la comarca con más proporción de alcaldesas, 6 de 14 (43%) es el Baix Penedès.

Además, destaca, las mujeres suelen mandar en municipios más pequeños; las dos únicas alcaldesas en localidades de más de 10.000 habitantes son las de Cambrils y Cunit.

Paradójicamente, explica Bargas, en los municipios grandes, donde suelen mandar hombres, los alcaldes sí suelen elegir a mujeres como sus segundas.

En lo que se refiere a los partidos políticos, en el caso de la demarcación, el que tiene mayor porcentaje de alcaldesas respecto a sus alcaldes es el PSC (27,59%), seguido de CIU (18,18%), y ERC (16,33%). En las últimas elecciones no resultó electa ninguna alcaldesa del PP, de ICV o la CUP.

La base de datos también destaca que las mujeres permanecen menos tiempo en las alcaldías que los hombres, la gran mayoría solo permanece en el cargo durante un mandato.

Concejalas al alza

Donde sí hay una mayor representación femenina es en el caso de las concejalas: el número de mujeres en la demarcación llega la 35% (en las elecciones del 2003 se situaban en el 21%).

Aquí nuevamente la comarca con más mujeres en cargos electos, el 43%, es el Baix Penedès, y la que menos, el Alt Camp, 30%.

En lo que tiene que ver con la proporción de mujeres y hombres concejales según el partido político, el PSC es también el que cuenta con más mujeres 38,65%, seguido de ICV, 38,40%, y la CUP, 37%.

La cosecha de las cuotas

A la luz de los datos, Bargas considera que las cuotas que se impusieron en 2007 con la aprobación de la ley de igualdad siguen siendo necesarias: «Sin las cuotas no habríamos conseguido ningún avance», explica.

Con todo, apunta, las resistencias permanecen y cuesta encontrar mujeres que se atrevan a ir en las listas, «tienes que estar muy convencida», explica. La mayoría lo hace porque cree que puede aportar en un momento concreto más que por mera ambición de poder, asegura.

Sentirse exhibida

Además está el hecho innegable, apunta, de que «la política sigue siendo un asunto de hombres». Más de una vez se ha sentido «exhibida» por sus compañeros de partido y recurre a una anécdota para explicarlo: durante una comida con un dirigente importante de su partido le pidieron que se sentara a su lado «porque se vería muy bien». Se negó.

Los problemas de conciliación familiar, como en cualquier trabajo, apunta, también pesan en la decisión, y mucho. Lo cuenta ella, que le ha costado hacer entender a otros compañeros hombres «que no todas las reuniones tienen que ser a las nueve de la noche o durante una cena».

Y, reconoce, además, que a las mujeres les cuesta más estar expuestas en todos los sentidos, incluso en el que tiene que ver con su aspecto físico. «A los hombres les basta con ponerse un traje», apunta, a la par que cuenta que su nieta de cuatro años la vio en zapatillas deportivas y le dijo «no, así no, las alcaldesas no van en bambas».

Para avanzar, asegura, será necesario insistir en la coeducación, «que las niñas vean que también las mujeres pueden ser alcaldesas, concejalas, lo que quieran».

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