El confinamiento pasado, el aislamiento, la soledad a veces, las diferentes emociones que cada cual sintió ante una situación extraordinaria... Creadores vallenses expresan mediante el arte sus sentimientos y reflexiones de aquellos días de cuarentena con unas piezas e instalaciones que configuran la exposición CovidArt, en el Museu de Valls, y que, comisariada por Quim Torres, se puede visitar hasta el próximo 29 de noviembre.
Las obras cubren un gran abanico de lenguajes artísticos que van del vídeo al grabado pasando por la música, la escultura o la fotografía, de la mano de Marina Barberà, Pep Queralt, Rosalia Pomés, Ester Fabregat, Rosa Piñas, Marta Arjona, Albert Gironès, Oriol M. Martí, Vanessa Pey o el grupo Hideout.
La propuesta de Marta Arjona es el videodanza Cuando todo se detiene, en el que partiendo de un guion de la vallense, cuatro bailarinas ponen danza y movimiento a su encierro, grabadas ellas mismas en casa. «Son cuatro perfiles diferentes. Entre ellos, una madre de familia que improvisó junto con sus hijos y otra joven que creó una coreografía en una buhardilla, que todavía daba más sensación de cierre», cuenta Marta Arjona. El proyecto, que combina danza española, contemporánea y clásica, muestra el esfuerzo de estas profesionales, que no pararon de trabajar en sus disciplinas, «y que al mismo tiempo tenían mil cosas más en la cabeza», apunta Marta. Cuando todo se detiene, que se presentó el Dia Internacional de la Dansa, dura poco menos de diez minutos y en el Museu de Valls se visualiza con diálogos que reflejan qué sienten las protagonistas.
Por su parte, Ester Fabregat presenta Podia, «que viene del griego, pies», señala esta artista plástica y docente en la Universitat Rovira i Virgili (URV). Se trata de una instalación de grandes dimensiones, en un principio creada para lucir en la fachada de la galería. Esta estructura inflable de colores vivos juega con la idea del interior y el exterior. La metáfora remite a los erizos de mar. Ester explica que «me inspiré en ellos, que viven en su caparazón, se mueven a través de unos tentáculos y tienen contacto con el exterior a través de los pies sensoriales, los «podia». La idea era construir esta especie de tentáculos artificiales, que salieran de un edificio por las ventanas para captar la luz del sol, el entorno y «canalizar las ganas que teníamos de salir a la calle en aquellos días, una voluntad que no se podía materializar». Para Fabregat Podia es mágica. «La construyes como quien cose un vestido. Está todo plegado y toma volumen al inflarlo».
Mientras, Actes de fe es el proyecto de Albert Gironès, que investiga las creencias populares entendidas como la construcción de posibles respuestas a momentos de incertidumbre. Y lo hace a través de la relación de dos comportamientos colectivos generados durante el confinamiento. «Por una parte a nivel local, los damascos azules de la Mare de Déu de la Candela colgados en los balcones de Valls para pedir un milagro. Por otra, a nivel global, la quema de antenas de tecnología 5G que se ha vinculado con el origen de la pandemia». Actes de fe se concreta en una instalación en el Museu así como fuera de la galería. Para documentarse, Albert Gironès se acercó a la Mare de Déu de la Candela a través de su abuela y a la tecnología 5G con las publicaciones en redes sociales. «Personalmente, me compadezco de mí mismo por no sentir una gran fe hacia la Mare de Déu ni hacia ninguna teoría conspirativa», revela el artista.
Finalmente, otra de las propuestas que se pueden contemplar es la de Oriol Moreno Martí que gira, asimismo, en torno a las creencias e hipótesis del surgimiento del virus. En este caso, Oriol Moreno parte del científico Chandra Wickramasinghe en el conjunto de obras Things that gain from disorder.
«Este astrobiólogo defendió en un artículo publicado en The Lancet que el coronavirus había llegado del espacio, a partir de un meteorito que estalló en un pueblo cercano a Wuhan a finales del 2019». A partir de aquí, y vinculándolo al contexto más personal o local, Oriol plantea la dualidad entre un hecho negativo, «la caída del meteorito y el positivo, como podría ser el impacto social, en el sentido de que la fuerza humana para intentar combatir la situación actual puede suponer algo bueno a nivel general».