Camino de Ronda, corazón verde de Salou

A lo largo de esta ruta asistimos a una espectacular combinación de historia y naturaleza salvaje junto al oleaje del mar

19 mayo 2017 18:46 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:01
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Judit Gabaldón

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Salou, una localidad de unos 27.000 habitantes, es conocida por sus discotecas y zonas de fiesta, así como por sus playas. Pero no todo es fiesta y playa en este municipio costero. Para demostrarlo, nos adentramos en el Camino de Ronda, una ruta de aproximadamente 5 kilómetros que nos guía a través de la belleza más natural y salvaje de la costa, y no solo eso, también nos permite transportarnos a la historia y la cultura romana a partir de la cual se fundó Salou.

El Camino de Ronda, remodelado en los pasados años, cuenta con pequeños puentes y plataformas de madera para facilitar el camino a todo el público. El recorrido empieza en la zona de Pilons, en pleno centro del bullicioso ambiente de Salou en verano. Este lugar es perfecto para el inicio de nuestra ruta, con cafeterías y restaurantes en las que tomar un cóctel y comer marisco a buen precio, todo esto acompañados de unas vistas impresionantes del paseo Jaume I y de la playa de Levante. Antes de continuar nuestro camino, para todos aquellos que no se ubiquen con facilidad, podéis estar tranquilos, la ruta cuenta con un total de 40 rótulos de madera que nos indican el camino, así como calas y playas que visitar en las proximidades.

Desde el primer tramo, el Camino de Ronda recrea la antigua calzada romana que recorría la localidad de Salou en primera línea del mar. Con la tranquilidad que nos proporciona la naturaleza durante esta travesía no es difícil imaginarse a uno mismo en aquella época en la que el Imperio Romano controlaba toda la costa. Nuestra vista se detiene en medio de la pasarela de madera que une diversas calas, y justo allí, podemos disfrutar de un paisaje impresionante dominado por el mar, con vistas del paseo Jaume I a nuestra derecha, y la silueta lejana de un pequeño cabo al que llegaremos a continuación. Los días con mucho oleaje debemos tener cuidado, pues la pasarela de madera está justo encima de las rocas que sufren las corrientes del mar Mediterráneo. Pese a esto, un conjunto de rocas ha logrado permanecer en pie formando una especie de monumento al que se le llama cómicamente ‘silla del rey Jaume I’.

Hasta 1829

Seguimos nuestro camino y solo dos pasos por delante, estando aún en medio de la pasarela oyendo el murmullo del mar y su oleaje, encontramos el Llatzeret que, construido en 1829, era el lugar en el que tanto mercancías como personas llegadas de zonas epidémicas pasaban el periodo de cuarentena. A primera vista es difícil saber que nos encontramos ante otro pedazo de historia, ya que actualmente los muros que formaban este lugar de vigilancia y control forman parte de un edificio e incluso del propio puente de madera. No es extraño que, si preguntamos, incluso la gente de la zona desconozca el origen de esta muralla.

Nuestro próximo destino es la Punta del Po-Roig, el pequeño cabo que se divisaba a lo lejos desde la pasarela de madera, a la que se puede acceder a través de una larga y empinada escalinata desde la playa dels Capellans. Tras recorrer el último tramo asfaltado llegamos a esta zona desde la que se puede divisar todo Salou. Es aquí donde se toma conciencia del gran espacio que tenía la costa de esta localidad como puerto natural. Y es que este puerto ha vivido momentos históricos de gran importancia, como su utilidad para concentrar todos los barcos del ejército de Jaume I para conquistar Mallorca en el siglo XIII o la llegada del General Prim que venía de la Guerra de África.

Si nos apetece hacer un pequeño esfuerzo y subir una cuesta más, llegaremos a la Platja Llarga tras pasar un sendero repleto de flores y pinos, embriagados con el olor a vegetación y mar. En esta playa tampoco hay tanta aglomeración de gente y esto nos permite disfrutar de un día tranquilo delante del mar. O, por qué no, también podemos practicar actividades como el Flyboard o viajar en parapente para disfrutar de las vistas desde una concepción diferente. Pero si nuestra opción es seguir disfrutando de este recorrido, al pasar la Platja Llarga llegaremos a la zona de Replanells, donde acaba la primera fase de nuestra ruta.

Huella de la Guerra Civil

En la segunda fase seguimos paseando por el Camino de Ronda hasta el faro de Salou, nuestro punto final. Para los que continuamos, a partir de aquí el camino se vuelve más salvaje, ya que aún no ha sido completamente remodelado. De todas maneras, excepto algunos puntos un poco más peligrosos, sigue siendo apto para todos los públicos. La Guerra Civil también dejó su huella en medio de la quietud de estos paisajes con los búnkeres que encontramos al adentrarnos en esta parte salvaje y rodeada de naturaleza del Camino de Ronda. A partir de aquí encontramos calas diminutas en las que casi ningún turista pone el pie al ser prácticamente desconocidas. Otras, como la Cala Crancs, son más conocidas, pero aun así son perfectas, ya que conviven en perfecta armonía con la vegetación que allí abunda. Otro punto impresionante justo encima de nuestras cabezas es Cala Morisca, una mansión que perteneció a un ilustre abogado de Reus, Pedrol Rius.

Finalmente, llegamos al faro de Salou, donde los pinos ya dominan prácticamente todo el paisaje. La naturaleza salvaje y la historia se combinan, pues, para mostrar la otra cara de Salou. Una faceta que nos descubre paisajes dominados por el mar o, por el contrario, por el verdor de los pinos que representan, dejando atrás el Cabo de Salou, La Pineda. Durante nuestro viaje podemos conocer las calas más escondidas y recónditas de todo el municipio, en las que pasar un día entero en la playa sin nadie a tu alrededor es posible.

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