- En primer lugar, felicidades.
- Muchas gracias.
- ¿Cómo valora estrenarse en su primera novela con un premio?
- Es extraño. Cuando uno gana, por un lado debe conservar la lucidez y comprender que los premios son poca cosa. ¿Cuántos se otorgan cada año? Cientos. ¿Cuántos libros memorables, o simplemente buenos se publican? Pocos.
- No salen las cuentas, ¿no?
- O sí: ganar un premio y escribir un buen libro no son siempre la misma cosa, y si nuestro deseo es escribir buenos libros, la estadística juega en nuestra contra. Hay que alegrarse y disfrutarlo porque mal va uno si no se alegra cuando le dan un premio. Todo éxito, decía Cioran, es un malentendido. De acuerdo, ¡pues disfrutemos los malentendidos!
- ¿Por qué decidió saltar de los cuentos a la novela?
- No lo decidí, ocurrió. Un día empecé a escribir un cuento, y más de un año después descubrí que llevaba trescientas páginas y me pregunté: un momento, ¿no estaré escribiendo una novela?
- ¿Qué significa para usted ‘Habrá valido la pena’?
- Es mi primera novela y por tanto algo especial. El primer amor puede ser más torpe que los siguientes, pero los siguientes no son el primer amor. Disfruté muchísimo escribiéndola, y Hannah, su protagonista, ocupa un lugar especial en mi corazoncito. ¡Hemos vivido tantas cosas juntos!
- Hábleme de sus inicios. ¿Cómo entró en el mundo de la literatura?
- Después de terminar la carrera me fui de casa, a la otra punta de España. El poco dinero que llevaba se gastó enseguida. Tenía claro que lo que me gustaba era la literatura, pero nunca me había planteado escribir en serio.
- ¿Y se lo planteó en aquel momento?
- Sí. Oí hablar de los concursos de cuentos, me presenté y gané uno justo cuando me tocaba pagar el alquiler. Eso me dio esperanzas, y sigo agarrado a ellas.
- ¿Es difícil abrirse hueco?
- Es natural que sea difícil. Las editoriales están saturadas de originales y escribir es muy complicado. Siempre habrá algún escritor de talento que muera en el anonimatoy gente de la prensa rosa que no han tocado un libro en su vida y que se las rifan las grandes editoriales…
- ¿Premios como el que organizó Arola Editors junto con Clos Montblanc ayudan a crecer a los escritores jóvenes?
- Sin duda. Puede ser muy frustrante escribir y escribir durante años y que por falta de suerte o contactos nadie llegue a leer tus libros.
- Y usted lo ha conseguido.
- Sí. Cuando uno lleva mucho encerrado en un cascarón y de pronto llega alguien y le da un golpecito y lo resquebraja, es difícil agradecérselo lo suficiente. Los cascarones pueden ser muy asfixiantes.
- ¿Cómo se plantea el futuro?
- Yo soy una hormiguita, paciente, metódica, me gusta cargar migas de pan. Acabo de llevar una miga al hormiguero. Ahí la dejo, espero que a algunas de mis compañeras les resulte apetitosa. Entre tanto ya he ido en busca de otra miga, y cuando acabe con ella iré a por otra, y a por otra.
- ¿Ha pensado qué hará con el premio?
- Creo que me da para sobrevivir unos tres meses. Aunque intentaré que sean cuatro (risas).
- ¿Qué le diría a un escritor que está empezando?
- Le diría: «¿Estás empezando? Yo también. Dame la mano y caminemos juntos». Por lo demás, escribir es siempre estar empezando.