Descubrir un entorno histórico en Mont-roig del Camp

Mont-roig del Camp tiene catalogadas 135 barracas de piedra seca. Los más aventureros pueden hacer una ruta y visitar once de ellas, significativas por la diversidad y situadas a varios metros de la carretera T310, por lo que se puede acceder a pie, en coche o en bicicleta

19 mayo 2017 22:05 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:25
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Piedra sobre piedra y sin la ayuda de ningún material de unión como puede ser el cemento. Las barracas son seguramente el exponente más notable de las construcciones de piedra seca realizadas por los payeses.

Hoy por hoy, en el municipio de Mont-roig del Camp hay 135 barracas, un centenar de las cuales están incluidas en el POUM (Pla d’Ordenació Urbanística Municipal) y declaradas por el Consistori BCIL (Bé Cultural d’Interès Local). Todo aquel que tenga espíritu explorador puede realizar una ruta y descubrir once de ellas. Para ello, es imprescindible hacerse con el tríptico en el que se describe cómo encontrarlas. Éstas están indicadas en el plano del itinerario con las coordenadas GPS y con una B y su número correspondiente. Todas ellas son significativas por la diversidad y porque además son de fácil acceso. Situadas a varios metros de la carretera T310 que une Pratdip y Mont-roig, se puede llegar andando, en bicicleta e incluso en coche.

Las barracas tienen una gran diversidad de estilos y formas. Cabe remarcar el buen estado de conservación y, sobre todo, la magnificencia de algunas construcciones singulares. Estas once seleccionadas se encuentran casi a pie de camino. Todas tienen las puertas de acceso orientadas al sur, con la finalidad de aprovechar el máximo recorrido del sol y evitar el viento Mestral que es el que domina en la zona.

El método de construcción consistía en poner una hilera de piedras una encima de otra, sin la ayuda de ningún material de unión. La mayoría de barracas están cubiertas con la técnica llamada falsa cúpula. Era necesario que las piedras tuviesen un ligero desnivel hacia el exterior, para dificultar la entrada del agua de la lluvia. A menudo, encima de la cubierta se ponía una capa de tierra y un pedrusco. Es ahí donde se plantaban lirios de Sant Josep que con sus finas raíces aislaban el techo.

En el interior de las cabañas hay pequeñas cavidades, algunas a ras de tierra llamadas «cocons» que se utilizaban para conservar fríos el agua y el vino. También, los armarios a media altura servían para guardar algunas herramientas del campo y para proteger los alimentos de algunos animales. Estos muros constituyen aún a día de hoy ricos ecosistemas para insectos, pequeños mamíferos, reptiles y algunas especies de aves que los aprovechan para anidar.

 

Bé Cultural d’Interès Nacional

En 2013 en la VII Trobada de la Pedra Seca un integrante de la Direcció General de Cultura Popular, Associacionisme i Acció Culturals incitó a todas esas entidades que tienen barracas en su municipio a iniciar los trámites para declararlas como Bé Cultural d’Interès Nacional (BCIN). Fue entonces cuando el Grup Barracaire de Mont-roig del Camp-Centre Miró, formado por Esther Bargalló y Martí Rom, contactó con esta dirección que sugirió que propusieran cuatro o cinco barracas de diferente tipología para ser declaradas.

Así, el pasado 21 de noviembre, el Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya publicaba la resolución por la que se declararon como Bé Cultural d’Interès Nacional en la categoría de Zona d’Interès Etnològic, cinco barracas de piedra seca, delimitando así su entorno de protección. Estas cinco son la barraca de Miquel Terna, la B9 de la ruta en el tríptico; la de los Comuns del Pellicer, la B6 de la ruta; la de Jaume de la Cota, la B11 y considerada la más espectacular e importante; la del Espiral, la B4 del recorrido; y la de los Lliris, la B3.

La exploración por estos terrenos es posible gracias al Grup Barracaire de Mont-roig del Camp-Centre Miró. Todo empezó a inicios del 2004 cuando este equipo inició la tarea de localizar y documentar las barracas del municipio. En este trabajo de campo inicial, que duró dos años, documentaron 107 barracas en buen estado de conservación. A partir de entonces, varios elementos recuerdan que estamos en un territorio de piedra seca, como la barraca que desde 2006 preside la rotonda de la carretera Mont-roig, T-323. Desde ese mismo año y con la colaboración del Grup d’Estudi i Protecció dels Ecosistemes Catalans se han hecho jornadas de restauración de barracas en mal estado. También, en 2007 se estrenó una web y un libro titulado Barraques de Pedra seca a Mont-roig del Camp. Y, desde el pasado mes de junio hasta diciembre en el Centre Miró hay una exposición de fotografías realizadas por Esther Bargalló sobre las cinco barracas que son Bé Cultural d’Interès Nacional.

Bargalló, que a su vez es vicepresidenta de la Coordinadora d’Entitats per la Pedra Seca (CEPS), destaca que son las primeras construcciones de piedra seca de Catalunya que consiguen ser declaradas BCIN. Y es que, este tipo de barracas tienen un gran valor histórico y son un referente no solo en Mont-roig sino en muchos territorios, ya que han ido configurando unos paisajes agrícolas y ganaderos de gran valor dominados sobre todo por el olivo, la viña, el almendro y los cereales. El buen tiempo en verano posibilita hacer running o excursiones a pie o en bicicleta. Si eres de los que les gusta descubrir nuevos terrenos, no dudes en sacarle partido a estas rutas donde la piedra seca es la auténtica protagonista.

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