El Minipop celebra su cumpleaños pese a todo

Gente con carritos de bebés, los cuales tenían un aparcamiento especial reservado, nos indicaban rápidamente el lugar en el que estábamos. El Minipop arrancaba su décimo aniversario, pese a las circunstancias, con una afluencia envidiable.

Las últimas horas de la tarde eran amenizadas por DJ Poppy mientras los diferentes asistentes llegaban al auditorio del Camp de Mart. Algunos de ellos comenzaron a ocupar sus asientos desde bien temprano, mientras que otros se sentaban a tomar una cerveza en las mesas colindantes a las barras. Las murallas de fondo se iluminaban con los brillantes rayos de sol taciturno creando la escena perfecta para un concierto indie. La DJ complementaba la escena con música que iba desde Love of Lesbian hasta The Beatles. Sin embargo, fue La Casa Azul con su Revolución Sexual la que consiguió levantar las palmas y los ánimos de los asistentes, ya pasados varios minutos desde la apertura del recinto.

Después de las ocho y media la mayoría de los presentes ocupaba las graderías. Un niño comenzó a gritar «he vist a la Suu» con gran emoción, haciendo presente que el primer gran evento de la noche estaba cerca.

Con un simple «bona nit Tarragona i benvolgudes» arrancaba el primer concierto de la noche. Los ánimos estaban algo extraños, ya que muchos no habían estado en ningún concierto postconfinamiento como se hizo presente cuando la cantante preguntó.

Los primeros intentos de levantar las palmas fueron fallidos. La canción escogida tenía un compás algo confuso y se escuchaban palmas en los cuatro tiempos. La canción que consiguió levantar los ánimos fue Lligar no es lo teu, una de las que impulsó la carrera de la artista. Este empujón le sirvió para mantener al público con ella el resto del concierto.

Después de un valle emocional iniciado con A solas y concluido con ella cantando sola, Suu realizó un par de versiones, una de Txarango y otra de C.Tangana (en catalán). Después de eso tiró de su batería de canciones más populares. El momento álgido lo utilizó para reivindicar la cultura y la oportunidad de eventos como el Minipop. Eres un temazo levantó a mucha gente de sus asientos y el bis fue Tant de bó, que concluyó con un papará sin micro.

Se hizo un breve descanso, que sirvió a algunos para rellenar sus vasos. Tras ello, el escenario se oscureció y se hizo el silencio, llenado por silbidos de euforia. Con luz azul y vestido de blanco, como un profeta, Carlos Sadness irrumpía en el escenario entre gritos de emoción.

La actitud del artista fue en todo momento irónica y distendida, inició su presentación diciendo que se habían hecho «socios capitalistas del Minipop». A pocos minutos de comenzar su actuación, con Isla Morenita, se observaba en el auditorio las sensaciones que su anterior ponente no había conseguido. La irreverencia y despreocupación del artista durante el concierto llenaba de buenas vibraciones a todo el público. Además de como cantante, demostraba su talento como showman haciendo su particular stand-up entre canciones.

Con Física Moderna levantó a aquellos asistentes que aún no lo habían hecho. Luego cantó un par de canciones fuera de repertorio bajo el lema «estem be, no?». Hecho que se evidenciaba cuando, con Aloha, en compañía de Suu, levantó a todo el público de sus asientos, pese a estar ya pasándose de tiempo. Nadie se sentó en las dos siguientes y últimas canciones, Te quiero un poco y Que electricidad.

Un largo aplauso hizo presente que tanto a él como al público les costaba despedirse del concierto. Al grito de «una cançoneta i mon anem» Carlos Sadness respondió saliendo de nuevo, con los guitarristas a medio vestir, para poner una guinda imprevista, una colaboración con Crystal Fighters que estará presente en su nuevo disco.