Choques a baja y alta velocidad, arranque de cinturones, hundimiento de techo y puertas…toda una serie de ensayos que son analizados al milímetro a través de cálculos técnicos muy precisos. “Lanzamos diferentes elementos de fuerte impacto contra el coche que simulan ser una parte del cuerpo humano, como puede ser la pierna, la cadera o la cabeza”, detalla Henrico. “Con las pruebas que realizamos reducimos en un 20% la probabilidad de sufrir daños graves en un accidente”, asegura.
El trabajo de este joven ingeniero y su equipo empieza en la fase inicial del proyecto de un coche con los primeros bocetos, que es “cuando se define el volumen del vehículo y donde tenemos que reservar espacio para cubrir los requerimientos de seguridad”, explica. Para Henrico, un vehículo “es un gran compromiso entre un diseño atractivo y la seguridad”.
Al margen de los cinturones y airbags, hay muchos otros elementos de seguridad en un coche. “Quizás la gente lo desconoce, pero detrás de un parachoques y del capó hay un espacio reservado para absorber la energía del impacto, así como espumas de diferentes densidades que ayudan a reducir el golpe”. En opinión de Henrico, la seguridad en los coches, desde que en los años 70 se empezaron a introducir los cinturones, “ha evolucionado de forma brutal”. “Cada vez aparecen nuevos materiales que nos permiten reforzar todavía más la carrocería, lo que da pie a que los sistemas de retención funcionen de manera cada vez más eficaz”, añade.
La meta de Henrico radica en diseñar un vehículo equipado con sistemas de detección de accidentes y otros dispostivos que “podrán cambiar la velocidad o la trayectoria del coche de forma autónoma” y sin la intervención del conductor. “Será un coche inteligente preparado para evitar por completo los accidentes en un futuro”, un futuro que Henrico espera que no sea muy lejano.