El peaje más costoso

El vestíbulo del campus de Terres de l'Ebre de la URV, en Tortosa, acoge una exposición sobre la odisea de los refugiados hacia Europa

24 octubre 2017 08:48 | Actualizado a 24 octubre 2017 08:53
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«Los refugiados son gente como nosotros, con una vida normal, con trabajos como los nuestros, que tuvieron que dejar sus casas porque, de la noche a la mañana, empezaron a caer bombas y se vieron obligados a hacer una ruta en la que muchos mueren», afirma Sergi Càmara, fotógrafo de Vic que en 2015 cogió su cámara para captar y denunciar el drama de miles de personas que huyen de la barbarie y el caos.

Viajó a puntos conflictivos de este éxodo: las islas griegas de Lesbos y Kos (cerca de Turquía  y uno de los principales puntos de entrada de Europa), el paso fronterizo de Idomeni entre Grecia y Macedonia, Belgrado, la frontera entre Serbia y Hungría, Budapest, Tovarnik y Melilla. «Me impactó ver cómo se está tratando a esta gente cuando llega a Europa: como animales, como ganado, a golpes y con maltratos», lamenta.

Sus fotografías se pueden ver, hasta el 17 de noviembre, en el vestíbulo del campus Terres de l’Ebre de la Universitat Rovira i Virgili, en Tortosa. La exposición se titula 'Refugiats, l’odissea cap a Europa' y el acceso es gratuito. Las imágenes documentan el peligro de las travesías por el mar en embarcaciones en las que se amontonan muchas personas, las largas caminatas, las esperas en las fronteras o a salir hacia el destino deseado, los viajes en tren, el testimonio las familias. También se puede ver la tarea de la ONG catalana Open Arms, que lleva a cabo operaciones de salvamento en el mar. 

«Lesbos es uno de los puntos más duros. Muchos llegaban realmente destrozados. Y los que estábamos allí ayudábamos en lo que podíamos, sacábamos a los niños de las barcas...», comenta. 

Càmara pretende desmentir el «mensaje de miedo de algunos gobiernos, que transmitían que los refugiados eran terroristas y querían violar a nuestra mujeres.Me puse en la orilla y retraté a las familias que llegaban para demostrar que son como nosotros. Mucha gente de aquí tiene miedo porque no sabe quiénes son, y eso genera la xenofobia y todo lo que está pasando en Europa». 

Familias partidas
«Estaré contento -añade- si a quien ve estas fotos consigo concienciarlo de la situación de estas personas y alguna de estas imágenes se le quede grabada para toda la vida».

El fotógrafo denuncia la existencia de mafias que se aprovechan de la desesperación de los refugiados. Llegan a cobrarles 4.000 euros por persona para traerles por mar -hay muchos desplazados de clase media y media-alta- e incluso les venden chalecos salvavidas falsos «con los que se hunden más que si no llevaran nada». No les queda otra que jugársela por mar porque «por vía terrestre se topan con vallas que les impiden el paso», dice.

«Me encontré a un hombre con su hijo que había dejado a su mujer y a su otro hijo en Siria porque sólo tenía 8.000 euros y con eso solo le daba para viajar dos personas. Su intención era llegar a Alemania y ganar suficiente dinero para traerse su familia», recuerda.

Uno de los casos más sangrantes es la travesía marina de apenas siete kilómetros entre la costa de Turquía y la griega. «Cada refugiado tiene que pagar 1.500 euros para poder hacer ese trayecto, mientras que hay embarcaciones que llevan y traen a los turistas por diez euros», critica.
Con esta exposición, Càmara trata de concienciar al público de que cualquiera de nosotros puede verse en esta situación algún día: «Nosotros ya fuimos refugiados cuando, con la Guerra Civil española, muchos catalanes iban andando con las maletas a Francia. Son las mismas imágenes que se producen ahora».

El Comité para la Acogida de las Personas Refugiadas calcula que más de 60 millones de personas están fuera de sus países como consecuencia de guerras, conflictos, persecuciones y violaciones de los derechos humanos a finales. Una tercera parte de estas personas son refugiadas.

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