Embusteros por vocación

El oficio del actor es fingir ser otra persona, engañar al público por el precio de una entrada. ‘Infàmia’ ahonda  en los  altibajos de cuatro intérpretes en plena crisis existencial

08 junio 2017 07:42 | Actualizado a 24 noviembre 2017 19:44
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«Diariamente hay que tomar decisiones. Desde las más cotidianas y aparentemente intrascendentes hasta las que pueden determinar el curso de una vida. Algunas pueden provocar auténtico vértigo o ser extraordinariamente estimulantes, pero hay una que indiscutiblemente nos marca de manera casi definitiva: la elección de una profesión», afirma Pere Riera, director de Infàmia. 

La obra va de eso. Trata de los altibajos de los actores, de las marcas que deja la vida y cómo influyen las experiencias personales en la vida profesional. Emma Vilarasau y Jordi Bosch interpretan a dos actores veteranos, y  Mar Ulldemolins y Francesc Ferrer a dos jóvenes aspirantes que luchan por hacerse un hueco en el complicado mundo del teatro.

A Eva Dolç (Vilarasau) se le ha caído el mundo encima y está lesionada. Las heridas que ha sufrido hacen padecer también a dos jóvenes individuos que aún no son conscientes del camino que han tomado: Sara  (Ulldemolins) y Aleix (Ferrer), dos intérpretes que parecen condenados a ser considerados, por siempre, como actores emergentes. Los tres están sumidos en una profunda crisis vocacional cuando aparece Toni (Bosch), un mefistofélico astuto que los pone a todos en solfa. Remueve sus fundamentos y aclara todas las dudas para que entiendan de qué va en realidad su oficio.

Viernes 9
21.00 horas
Teatre Tarragona
Entrada: 26 €/ 22 € (+ 65 años)/ 12 € (-25 años) 

«Siempre he pensado que los actores son personas especiales, pero cuando los he conocido fuera de los escenarios y de las salas de ensayo, me he dado cuenta de que son tan normales o tan excéntricos como lo puede llegar a ser un cirujano, un profesor de autoescuela o una secretaria de ayuntamiento. Son tan volubles como el común de los mortales», dice Riera.

Infàmia es un juego de espejos y puntos de vista. Y también la historia de una decisión tomada por una mujer convencida de que sabe lo que no quiere. Una mujer que pasa por encima de todo y de todos para que nadie la pisotee.  «Los actores son juguetones por naturaleza, y cada uno de ellos tiene un punto de vista muy diferente sobre su vocación, su elección y la voluntad que les movió y todavía les mueve a subir el escenario cada noche y lanzarse al vacío de la ficción, esperando encontrar una red acogedora en brazos de los espectadores».

Su oficio es engañarnos a todos por el precio de una entrada. «Los espectadores son una multitud de individuos desconocidos a los que  los interpretes tratas de emocionar, divertir, entretener, mostrarles puntos de vista insólitos sobre el mundo donde viven  o simplemente trasladarlos a otros mundos y evadirlos de la cruda realidad. Pero, ¿en qué consiste el oficio de espectador?», se pregunta.

Para responder esta pregunta. Riera juega con los actores, «para ver de cerca cómo los espectadores se involucran, o no, en el juego de la mentira.  ¿Por qué hay gente dispuesta a dejarse engañar por el precio de una entrada? ¿Por qué?».

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