'En televisión todo suena a épica hoy en día'

Albert Guinovart es pianista, compositor y profesor. Tiene 55 años y lleva 30 dedicándose profesionalmente al mundo de la música. Es conocido como pianista, y también por sus musicales como Mar i Cel o Scaramouche. Este domingo estará en el Teatre Tarragona para el concierto del 20º aniversario de la Banda Juvenil de la Unió Musical de Tarragona, que recorrerá los musicales más representativos de la escena catalana y de Broadway

24 mayo 2017 17:58 | Actualizado a 28 noviembre 2017 13:48
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- ¿Es verdad que empezó en esto de la música gracias al piano de su vecina?
- Supongo que la habría descubierto tarde o temprano, pero sí, así fue. Tenía tres añitos y, en una visita a casa de la señora Pepita, vi el piano y descubrí que tocando con mis manitas salían sonidos. Y quería volver. Después me apunté a clases, con otra vecina. En casa no había antecedentes musicales. Ninguno. Fue una casualidad muy buena. Y la música, como todos los lenguajes, cuanto antes la adquieres, mejor.

- Es pianista, compositor, profesor... ¿Cómo encaja todo?
- Es absorbente. En la vertiente de pianista, el nivel es altísimo y muy exigente. Hay que estudiar muchas horas. La composición también lo es. Y la docencia…

- También…
- Sí (ríe). La verdad es que mi vida es la música. Y me gusta transmitir este amor.

- Tiene suerte. Su profesión es también su vocación.
- Eso sí que es cierto. La música me hace feliz.

- Esta semana lleva a Tarragona una porción de su Mar i Cel.
- Me llamaron para que tocara mi concierto sobre temas de Mar i Cel, y me pareció interesante. No son canciones enteras. Lo hago de la forma clásica y en tres movimientos. Pero son muy identificables. La verdad es que, siempre que veo jóvenes implicados, me gusta estar ahí.

- Citas como esta ayudan a poner en valor el papel de los musicales.
- Hay bastante afición. Pero se ha creado una especie de negocio de franquicias, espectáculos de Disney, Sister Act, Priscilla… Que están muy bien. Pero son franquiciados, vienen de fuera. Por eso es importante poner en valor las iniciativas de gente como la de Dagoll Dagom, con propuestas como Mar i Cel, Flor de Nit o Scaramouche…

- Echa en falta más oferta de este tipo?
- Debería haber más. Habría que apostar por los musicales de creación en su lugar de origen. Por ello, yo no diría tanto que tienen buena salud, sino que tienen cierta salud. Sería bueno que la iniciativa de Dagoll Dagom derivara en más propuestas y siguiera adelante.

- Poco a poco…
- Está claro. Lo que sí que ha mejorado son los intérpretes. Ahora hay mucha gente preparada. En Scaramouche tuvimos que escoger entre 300 personas. Es difícil de escoger.

- Y tuvo mucho éxito…
- Sí, estuvimos contentos. Y creo que es importante apostar por modelos como este.

- ¿Le gusta especialmente este género?
- Sí, pero moderadamente, porque ni soy un friki de los musicales, ni me considero compositor de musicales. Aunque la verdad es que ya llevo seis. 

- Que ya son unos cuantos...
- Lo que me gusta mucho es la música escénica, la ópera, el ballet, las cantatas… Me encanta la música con dramaturgia. Quizás el musical es más actual. Pero soy una persona curiosa y también me gusta la música de concierto y la sinfónica.

- Además de musicales, conciertos y mil proyectos más, ha hecho sintonías para series televisivas como Nissaga de Poder, Laberint d’Ombres o El Cor de la Ciutat.
- Lo hice durante un tiempo, y ahora está aparcado, son cambios de etapa y modas.  Pero son encargos más encorsetados. Todo está más viciado y los productores están más pendientes de la eficacia que de la creatividad. Hoy en día, por ejemplo, está de moda la música épica en televisión. Sale por todas partes. Todo suena a épica.

- Le gusta crear, ser libre.
- Componiendo y tocando disfruto. He tenido mucho trabajo: cantatas, musicales, de vez en cuando alguna película, que me hace mucha ilusión… Suerte que puedo escoger.

- También se mueve mucho.
- Siempre hay que moverse en este sector. Pero como en todos. Ahora vengo a Tarragona y en julio volveré, tocaré junto a la soprano Marta Matheu. Y en el Camp de Mart, en un encuentro de corales internacionales.

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