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¿Vale cualquier cosa, incluidos los famosos daños colaterales a inocentes, en la lucha antiterrorista?, ¿deben o pueden las sociedades avanzadas colocarse a la misma altura moral que los yihadistas para conseguir los objetivos de acabar con el enemigo por muy despiadado y sangriento que sea?
Estas son sólo un par de preguntas que podrían extraerse de ‘Espías desde el cielo’. Cuestiones que llegan a cada espectador sobre la moralidad y el sufrimiento, ajeno o propio.
El filme es un maravilloso ejercicio dramático de uno de los dilemas bélicos modernos más complejos. El filme no sólo tiene fondo, también cuenta con forma. Y vaya si la tiene. Satisface totalmente a la hora de entretener y logra su principal objetivo: lanzar una bomba de relojería sobre la conciencia del espectador.
Este cautivador drama de suspende consigue hábilmente entrelazar los elementos típicos del thriller con una historia que se antoja trágica.
La coronel Katherine Powell (Helen Mirren), una oficial de la inteligencia militar británica, lidera una operación secreta para capturar a un grupo de terroristas en Nairobi, Kenia. Cuando se da cuenta que los terroristas están en una misión suicida, ella debe cambiar sus planes de ‘capturar’ por ‘matar’. El piloto estadounidense de drones Steve Watts (Aaron Paul) recibe la orden de destruir el refugio donde se hallan los terroristas, pero una niña de nueve años ingresa en la zona donde podría ser herida.
El cineasta Gavin Hood, que lograra en 2006 el Oscar por ‘Totsi’ como mejor película de habla no inglesa y dirigiera otro thriller sobre terrorismo como ‘Expediente Anwar’ u otros filmes más comerciales como ‘El juego de Ender’ o ‘X-Men Orígenes: Lobezno’, confía en una narrativa concisa y eficiente para mostrar la intrincada moralidad de la guerra drone y nos lleva a través de un día largo y estresante en la vida de aquellos que se encargan de tomar decisiones a vida o muerte.
Porque este emocionante thriller posee momentos del mejor clásico cine bélico, sólo que actualizado. En lugar de tanques y cazabombarderos de última generación, drones. Aunque, por encima de todo ello, esté el alma humana. El que decide quien vive o quien muere.
