'Inferno', Tom Hanks regresa en la piel del profesor Langdon

La tercera adaptación cinematográfica de las novelas de Dan Brown resulta entretenida, aunque no alcanza el nivel de ´El código Da Vinci´. Sus puntos fuertes: el excelente reparto y una espléndida fotografía

19 mayo 2017 17:48 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:27
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Hace diez años, sí, ya han pasado diez, vivimos el ‘boom’ mediático del estreno de la adaptación del ‘best seller’ del momento, El código Da Vinci. Fue una época en la que era imposible no encontrar a alguien leyendo en un parque o en el autobús la conocidísima novela de Dan Brown. Aquello fue un fenómeno editorial como hacía años que no se recordaba, aunque luego llegara otro como el de 50 sombras de Grey.

En su momento, Brown logró levantar la polémica sobre los mil y un significados de la novela, de las infinitas interpretaciones sobre los cuadros y obras y sobre la conducta de algunos personajes y entidades que aparecen reflejados en la misma. El propio escritor norteamericano reconoció que buena parte de lo relatado era mera ficción, sin excesiva base histórica y con algo de documentación para hacerla creíble hasta cierto punto. El éxito de aquella primera entrega permitió nuevas continuaciones. Hasta cuatro, de momento. Aunque a la gran pantalla sólo hayan llegado tres, ya que por el camino una se ha quedado todavía sin adaptación, El símbolo perdido, la tercera de la tetralogía. Si la adaptación de El código Da Vinci levantó una expectación sin límites, no sucedió lo mismo con Ángeles y demonios (2009), ambas dirigidas por el excelente Ron Howard. Esas obras abordaron cuestiones relacionadas con la Iglesia católica y el Vaticano, pero en esta ocasión las alusiones a la religión son tangenciales y se evita la polémica con la Santa Sede. Siete años después de Ángeles y demonios nos llega ahora Inferno, la nueva aventura protagonizada por Robert Langdon, personaje que Tom Hanks ya ha encarnado las dos veces en la gran pantalla. Y esta vez el profesor Langdon debe salvar a la Humanidad siguiendo la simbología de Dante Alighieri en La divina comedia.

Inferno, que transcurre en gran parte en Florencia, aborda la angustia que causa el desbordado crecimiento de la población humana sobre la Tierra y la solución ‘definitiva’ que plantea el malo de la película (Bertrand Zobrist, interpretado por el estadounidense Ben Foster).

Muchos de los giros de la película no son sorprendentes, más bien al contrario, pero el filme se deja ver bien gracias a dos factores: sus excelentes actores -¡qué poco le cuesta a Tom Hanks hacer creíbles sus personajes!- y a su espléndida fotografía. Para los seguidores de la franquicia, esta puede ser la mejor de la trilogía cinematográfica. Lo que es seguro es que supera a su predecesora, aunque algunos errores de guión pueden hacer que el espectador acabe perdiéndose. Sin embargo, el objetivo de Ron Howard es entretener durante dos horas, haciendo recaer el peso de este thriller en Tom Hanks y Felicity Jones. La actriz británica está que se sale, porque la semana pasada se estrenó otra película suya, Un monstruo viene a verme. Dos bombazos cinematográficas en una sola semana. ¿Alguien da más?

El infierno en la Tierra

«El Infierno es una construcción personal. Opino que si uno cree en él tiene que creer en el Cielo, y viceversa», ha explicado en varias ocasiones Dan Brown. En su opinión, «son creaciones, imaginaciones de la humanidad. Lo interesante es que nuestra idea del infierno, representada ya sea en una novela o en una película, se basa en Dante», indica Brown sobre el autor de La divina comedia, nacido en Florencia en 1265.

Lo curioso del caso es que esta nueva trama no es algo puramente del pasado. Es pura actualidad en los medios informativos. Howard, director de la oscarizada Una mente maravillosa (2001), trata de profundizar relativamente en el ‘infierno’ que provoca en cientos de miles de personas la huida desde sus países de origen como refugiados o inmigrantes hacia la prosperidad del mundo desarrollado. En su opinión, el hecho de que «la sociedad no sepa cómo abordarlo, o sea reticente a la hora de tratar este problema provoca un vacío y llega alguien que cree que puede resolverlo de una manera muy peligrosa».

Cierto. Ahí está, por desgracia, el drama que viven los miles de rescatados de las aguas del Mediterráneo.

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