La lucha de una mujer en Irán por la custodia de sus hijas

«La memoria funciona con la emoción», asegura Ondina Zea, autora del libro Bajo el mismo cielo, que se presentó ayer en Tarragona. La obra, publicada por la editorial española Sial-Pigmalión, es una autobiografía de la autora y habla de la lucha para defender las libertadas de una mujer y de sus hijas en un entorno cultural y religioso distinto al suyo. El libro, escrito en primera persona y en presente, es una novela basada en hechos reales. Y es que Ondina vivió, hace 21 años, una tormentosa experiencia que ha marcado su vida. Después de la trágica muerte de su marido en un accidente aéreo, se vio obligada a viajar a Irán –ciudad natal de su marido– para presentar sus hijas a sus suegros. Allí empezó todo. El suegro de la autora quiso quitarle la custodia de sus hijas. «El libro es la historia de una lucha para encontrar la salida en medio de una república islámica falta de libertades», explica la autora.

Ondina Zea nació en el año 1960 en Tegucigalpa, Honduras. Ha vivido 35 años fuera de su tierra natal, en ciudades como México, Washington, Teherán o París. Desde el año 2007 reside en Tarragona. «No tengo ningún vínculo con esta ciudad. He elegido vivir aquí por la bonita luz del sol, el aire fresco y por las personas acogedoras que me he encontrado», explica la autora.

Bajo el mismo cielo es su primera incursión en la narrativa. «Después de 20 años, el relato que tenía guardado en mi memoria ha visto la luz», explica Ondina Zea. Ha sido una obra de cocción lenta. Cinco años después de empezarla, la autora presenta un relato que cuenta hasta el mínimo detalle, lo que demuestra que la historia es verídica. La intención de las más de 500 páginas es «mostrar las diferencias culturales de dos realidades distintas y animar a las mujeres en la lucha para defender sus derechos y libertades», comenta la autora.

Ayer, el salón de Ámbito Cultural del Corte Inglés de Tarragona acogió la presentación del libro. Los alumnos de los institutos Ramon de la Torre de Torredembarra y los del Martí i Franquès de Tarragona pusieron el toque de emoción, leyendo algunos fragmentos de la obra.