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Vicente Cañón (Tarragona, 1964) es el director de teatro de cabecera de la escritora Coia Valls. Adapta casi todos sus libros para ‘interpretarlos’ sobre el escenario.El guión de su última novela, Etheria, se gestó a base de reuniones y constantes intercambios de correos electrónicós y mensajes de WhatsApp. «Yo le decía las escenas que me interesaba destacar y ella le daba vueltas al texto. Es una máquina», explica Cañón.
La obra se estrenó en Tarragona en abril del año pasado, coincidiendo con la salida del libro. En octubre pasó por El Morell y este sábado (20.00) llegará al teatro Bravium de Reus. El reparto está formado por actores no profesionales de Tarragona. «Tienen un nivel muy alto, con una dicción muy cuidada y buena puesta en escena. Podrían actuar en cualquier teatro de Barcelona», dice. Estarán acompañados por músicos del grupo Thaleia, que interpetarán en directo canciones compuestas exclusivamente para este espectáculo con instrumentos de la época romana –la novela está ambientada en el último tercio del siglo IV–.
«La representación imita el teatro romano y griego, con un coro con máscaras blancas como narrador, como se hacía entonces, y dos mujeres protagonistas, Ehteria e Irene», avanza Cañon.
Etheria, nacida en Gallaecia, provenía de una familia acomodada. Estaba emparentada con el emperador Teodosio. Decidió abandonar su pequeño círculo de confort y se embarcó en un viaje hasta Tierra Santa, del que dejó testimonio a través de un dietario. Se enfrentó a dilemas como la lucha de poder, la traición, la hipocresia o el valor de la amistad. En el camino se encontró con Irene y... «En la obra no desvelamos toda la trama del libro. No hacemos spoiler, es como un trailer de una película», asegura el director.
Etheria vivió un periodo de profundos cambios. Los valores se invierten y los perseguidos se convierten en perseguidores, el senado está dividido y Roma pasar de ser una ciudad libre y acogedora a ser castradora y dictatorial, donde el poder se alía con la Iglesia.«Lo bonito de su historia no es el viaje, sino lo que aprende en él», concluye Cañón.
