Leiva lleva sus monstruos a Tarragona: 'Soy muy hipocondríaco, como Woody Allen'

Mañana presenta su último disco en la Tarraco Arena Plaça de la mano de Los 40 Principales y Zero Produccions

19 mayo 2017 15:50 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:21
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Miguel Conejo Torres, Leiva, nació en Madrid en 1980 y desde entonces ha vivido siempre en el barrio de Alameda de Osuna, al noroeste de la capital. De crío tenía decidido dedicarse al fútbol, y ahí se ganó el mote. Recordaba al internacional brasileño Leivinha, quién vivió momentos de gloria a mediados de los setenta como jugador del Atlético de Madrid. Sin embargo, fue la música la que se llevó a este flaco. Primero como batería del grupo Malahierva y luego como vocalista y guitarrista de Pereza . En solitario ya ha publicado tres discos. El último es Monstruos (2016). Mañana lo presenta en en la Tarraco Arena Plaça de Tarragona de la mano de Los 40 Principales y Zero Produccions.

 

- ¿Ser de barrio, de Alameda de Osuna, influye en su música?

- Sí porque mi barrio era muy musiquero. Cruzaban las vías del tren por en medio y siempre estaba lleno de chavales tocando la guitarra en las vías. Ha sido mi escuela.

 

- ¿Era de los que de niño jugaba en la calle?

- Nunca tuve una videoconsola. Hasta los 16 años quería ser futbolista y jugaba en la calle a ser el rey del balón en las canchas de fútbol. Mi infancia y mi adolescencia están estrechamente ligados a la calle, a mi barrio.

 

- ¿Qué referentes tenía?

- Tuve la suerte de que mi hermano mayor era muy musiquero y desde chaval escuché muy buena música. Me obsesioné mucho con los Rolling Stones y con Keith Richards en concreto. Tenía un póster suyo en mi habitación. Era mi ídolo y lo sigue siendo. Es la figura en la que más me he fijado desde pequeño.

 

- ¿Le ha conocido en persona?

- Hace dos años tocamos con ellos. Abrimos su show en Madrid, en el Santiago Bernabéu y nos cruzamos un segundo.

 

- ¿Sigue viviendo en Alameda de Osuna?

- Sí. Después de varias incursiones fuera, vivo en una zona nueva del barrio. Y conservo los mismos amigos, aunque nos venos menos porque cada uno tiene su vida.

 

- ¿Ha liberado fantasmas con tu último disco, ‘Monstruos’?

- Supongo que con todos los discos libero y quizá con éste un pelín más. Las canciones son una manera de sacar demonios, en el momento que haces algo público empieza a sanarse por dentro.

 

- ¿A qué le teme?

- Soy un tipo muy miedoso, sobre todo con la enfermedad. Soy muy aprensivo y muy hipocondriaco, como Woody Allen. Es algo que me persigue desde chaval.

 

- Pero está bien, ¿no?

- Sí sí, todo está bien en los análisis, pero luego mi cabeza siempre se inventa cosas.

 

- ¿El amor le da miedo?

- No. Me parece fundamental en la vida, en el día a día y en un montón de cosas. Pero es verdad que tengo sentimientos encontrados con el amor: la sensación de ser compañero y luego algo que tiene que ver con el compromiso. Las cosas establecidas de la pareja me suelen provocar cierto vértigo, claustrofobia.

 

- ¿Mejor estar soltero?

- He estado muchas veces soltero, pero cuando uno tiene una buena compañera al lado es un momento bastante pleno y tranquilo. Cuando no tengo una compañera al lado estoy por la noche haciendo el mal.

 

-¿Le va la juerga?

- Hace tiempo que estoy muy tranquilo. Cuando estás con una compañera estable no tienes tanta necesidad de salir a buscar fuera.

 

- ¿Rock o pop?

- No hago distinción, es como Stones o Beatles, mamá o papá. No estoy de acuerdo con ese debate. Tengo la sensación de que no se puede identificar la delgada línea entre el pop y el rock, nadie lo ha conseguido jamás. Para algunos, Helter Skelter de The Beatles es pop y para otros rock. Me siento más a gusto en la canción que posicionándome en un estilo. Me da igual.

 

- Eso amplía su espectro de público.

- Me pasa un poco como a Los Rodríguez, una banda que tenía gente del rock y del pop. Lo que me une a ese grupo es que era muy cancionero, la canción por encima de todo.

 

- Tan pronto toca en un concierto de Los 40 principales –como mañana en Tarragona– como en el festival Viña Rock.

- Hice tres años seguidos el Viña Rock. Nunca temí a tocar en ningún lado. La música cabe en todos los sitios y, conforme han ido pasando los años, me he ido despojando de muchos prejuicios. La clave es no tener prejuicios en la música.

 

- ¿Joaquín Sabina es uno de sus espejos?

- No sé si un espejo, pero sí un artista al que he admirado mucho desde pequeño. En mi casa era la banda sonora de mis padres y mis hermanos. Sí es un referente brutal a la hora de contar historias. El oficio de contar historias es muy difícil y él es un experto.

 

-¿Qué tal la experiencia como productor de su nuevo disco, ‘Lo niego todo’?

- Han sido muchos meses los dos encerrados trabajando mano a mano. Pasamos por todos los procesos de un disco: composición de las canciones, grabación y producción. Nos lo hemos pasado increíble. Nos hemos compensado el uno a otro, las obsesiones de uno se las reducía el otro. Nunca lo voy a olvidar.

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