Locales y promotores privados reactivan la programación cultural

Jóvenes empresarios y emprendedores hacen frente a la precariedad del sector liderando salas como Zero, Cafè Cantonada o El Cau

19 mayo 2017 23:19 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:32
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El mundo de la cultura pasa por un momento de debilidad complejo desde hace unos años. A la crisis económica y los cambios en los hábitos de consumo –especialmente a raíz de la penetración de internet en la sociedad– hay que añadir el sablazo del IVAcultural con una subida por parte del gobierno central del 8 al 21% –a pesar que es posible que se rebaje a un 10% antes de las elecciones generales–. Hacer dinero para poder vivir de este tipo de actividades es, hoy en día, especialmente complejo para la mayoría del sector. A excepción de contados nombres con gran repercusión mediática.

En Tarragona, con un mercado reducido en comparación con urbes como Barcelona, las perspectivas de prosperidad para los programadores y promotores de conciertos y actividades culturales son más bien escasas. A pesar de ello, en los últimos años un grupo de jóvenes emprendedores, movidos por la pasión por hacer cosas y el amor al arte, han decidido tomar las riendas de diferentes espacios emblemáticos de la ciudad. Algunos, incluso han dejado trabajos estables para embarcarse en una aventura de la que no saben si van a salir con éxito. Lo hacen, además, por el camino más difícil. Es decir, con una apuesta cultural arriesgada, independiente, de calidad, con un público potencial reducido y dando oportunidades a las jóvenes promesas del territorio.

La música como emblema

La Sala Zero de Tarragona es posiblemente la referencia en la demarcación en cuanto a salas de conciertos. Con más de dos décadas de vida, en octubre de 2012 abrió una nueva etapa, de la mano de Àngel Lopera, Tonet Sánchez y Helena Coll. No eran nuevos en el negocio, ya que desde hace diez años impulsan el festival Palmfest, en L’Hospitalet de l’Infant. Una de las propuestas musicales más aplaudidas entre los festivales de verano dentro del panorama de la música indie.

«El antiguo propietario, Anton Alasà, nos propuso coger el relevo. Nos sirvió para dar un paso adelante y poder ofrecer una programación estable durante todo el año, y además poder pensarlo como un negocio», explica Lopera. Los tres impulsores tienen perfiles diferentes, pero les une la pasión por la música:«Lo que más controlamos es rock and roll y derivaciones, pop, indie y electrónica. Pero programamos de todo:Mestizaje, hip hop, metal… Consideramos que el espacio tiene que tener esta orientación como sala de conciertos. Después está la parte de la sala de fiesta en la que ponemos música más a nuestro gusto», expone.

Aun así, cuesta que la gente se acerque a los recitales:« Cuesta mucho ganar público y es muy fácil que se vaya. Ahora en Tarragona no estamos tan mal. En algunas ciudades ha caído mucho la asistencia a los directos y aquí se ha mantenido», considera Lopera.

Esta dificultad para que el público se acerque a las salas supone un riesgo económico para los programadores. En ocasiones van a ciegas en cuanto a la viabilidad del ‘bolo’ y en otras saben que posiblemente perderán dinero. «En algunos conciertos últimamente hemos tenido lleno absoluto y en otros unas 30 personas. Una cosa equilibra la otra», sentencia. La confianza en la calidad del artista y las ganas de tener una programación reconocible acaban haciéndolo realidad.

Riesgo multidisciplinar

La opinión de Lopera es compartida por Sergi Garreta. Desde hace 15 meses está al frente del Cafè Cantonada, en la calle Fortuny. Un espacio emblemático y arquitectónicamente singular, sede también de la Cooperativa Obrera Tarraconense. Igual que los líderes de la Zero, también tenía experiencia en el ámbito musical, pero su especialidad es el diseño.

En cuanto al modelo de negocio, Garreta lo tiene claro:«Tenemos la inquietud de buscar cosas que puedan ser interesantes para la gente. No sólo quedarnos con lo obvio que funciona, sino ir más allá. Esto tiene un riesgo evidente. Un negocio se puede enfocar de diferentes maneras. Podríamos haber montado una franquicia sin poner nada de nuestra personalidad o buscar algo para que la industria cultural del país sea económicamente rentable. Queremos ser un lugar donde se puedan incluir muchas iniciativas y dinamizar culturalmente la ciudad, además de hacer negocio».

En el Cafè Cantonada uno tanto se puede encontrar con un concierto, una exposición, una presentación de un libro, cine de autor... Un espacio multidisciplinar con un marcado acento local que Garreta pretende que esté vivo. «En Tarragona tenemos gente interesante que puede hacer cosas que se pueden mostrar en todo el mundo con dignidad. Tenemos músicos, fotógrafos o artistas brutales, pero no hemos sabido venderlo. Nos tendríamos que mirar un poco más al ombligo porque tenemos un potencial tremendo. Y la sociedad civil tendría que dar un paso y apoyar a la gente de aquí», defiende.

Que pasen cosas

Si hay alguien en Tarragona especialista en agitar la ciudad ese es Jordi Vinyoles. Su capacidad para crear eventos, especialmente al frente de la Pipel Entertainment, le han valido el apodo de El Feriante. Desde el pasado octubre es el «dinamizador» de la Sala El Cau. Otro gran referente en la música en directo de Tarragona. En su caso las ganas de mover la sociedad le llevaron a dejar un cargo directivo en laXarxa Sanitària de Santa Tecla para ponerse «a servir copas y limpiar baños», como él mismo reconoce.

Su inquietud organizadora va en paralelo con su filosofía como programador, yendo más allá de lo tradicional:«El modelo de ocio nocturno como siempre lo hemos entendido para mí ha caducado. Tenemos que trabajar para el oci i lleure. Se está estancando el que piense que puede vivir solo de servir copas de 1 a 3 de la madrugada. El día de mañana tenemos que ser proactivos y programar otras cosas, más allá de la música». Por ahora, cumple a rajatabla. Eventos en directo, conciertos, espectáculos varios, noches temáticas... Cada día pasa algo en El Cau.

A pesar que él no se considera programador musical, lo cierto es que su intención es que cada viernes y sábado haya conciertos, de diferente tipo. «Yo no escucho música. Como no estoy atado a ningún estilo creo que tiene que haber de todo. Además el estilo marca mucho el público. En El Cau tenemos que recuperar un cliente que por distintas razones ya no viene y que las nuevas generaciones a partir de 23 o 24 años empiecen a acercarse», relata El Feriante.

El relevo generacional en los directos es uno de los problemas detectados por todos ellos. La información a través de redes sociales, precios económicos y otras propuestas imaginativas resultarán claves para que el público joven se enganche a la música en directo. Lugares para escucharla en los próximos años parece que no faltarán en Tarragona.

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