Los Indiana Jones del vino

La bodega Estol Verd, de Rodonyà, entierra botellas de su producción en su finca para que los aventureros las busquen guiados por una aplicación móvil (Orien-tast) y luego las caten

19 mayo 2017 15:30 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:30
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Gerard Galofré y Sara Batalla han echado raíces en una antigua casa solariega de Rodonyà, un pequeño pueblo de la comarca del Alt Camp que roza los 500 habitantes. Tienen dos hijos y un proyecto en común: la bodega Estol Verd. La montaron en 2013 y un año después ya tenían sus primeros vinos. Saben del tema. Sus familias han vivido siempre del campo. Son hijos de agricultores. Antes de embarcarse en esta aventura, la pareja ya elaboraba vinos como hobby. Son productores con principios: se basan en la sostenibilidad económica, social y ecológica y el respeto al entorno, el medio ambiente y las personas.

Su última idea es poner a sus clientes a dar vueltas por la finca en busca de botellas de vino enterradas. Enoturismo. Les dan un kit de supervivencia con una copa, un abridor, agua, unas patatas y una bolsa de basura. Y al lío. Su única guía es una aplicación móvil denominada igual que esta iniciativa, Orien-tast. La APP es gratis y está disponible en Google Play para Android. Los que van con Iphone que se olviden. A estos les dejan un dispositivo para que puedan jugar. Porque esta actividad es eso, un juego en grupo. Como Indiana Jones pero en versión 2.0: con un mapa interactivo en el teléfono móvil y un GPS.

«La idea inicial era hacer una gincana como las de toda la vida, con papelitos, pero luego se nos ocurrió lo de la APP», explican Gerard y Sara.

Las botellas están a poca profundidad o incluso en la superficie, en sitios peculiares o puntos de interés. Que nadie piense que tiene que cargar con una pala para desenterrarlas. Y en cuanto son descubiertas, para adentro cual dios Baco pero sin tanto desfase. «La opción de llevarse las botellas llenas hasta el final no nos convenció. ¿Qué mejor lugar que el campo y los viñedos para probar un vino?».

Y de propina, un test de cata con cuatro preguntas sobre el caldo que se está probando. Los que hacen pleno de respuestas pueden vacilar de tener nivel sumiller o sibarita, aunque sea a modo simbólico. Lo más fallones no pasan de novato o promesa.

«Son vinos de Estol Verd, de nuestros propios viñedos, cuidados en agricultura ecológica y elaborados de forma casi artesanal y respetando al máximo su evolución natural. No se desvela qué vino es hasta el final, sino el test sería demasiado fácil», apuntan Gerard y Sara.

Para los niños, en vez de botellas hay regalos ocultos.

Orient-tast no es una competición, no hay cronómetro ni límite de tiempo. La ruta más larga, la de Sumoll, es de tres kilómetros, y se completa en una hora y media aproximadamente. Algo más, entre dos horas y dos horas y media, si en los grupos hay niños. Los otros dos senderos, del Syrah y del Xarel·lo, son de dos kilómetros y se tarda una hora. Siempre andando, nada de coche.

«Es una mezcla de experiencias. Enoturismo y agroturismo con el descubrimiento de nuestros viñedos, olivares y bosque. Senderismo: es una actividad saludable en la naturaleza. E historia del mundo rural: algunos de los puntos donde se encuentran las botellas son masías y barracas», comentan los responsable de Estol Verd.

Los nombres de las tres rutas corresponden a variedades de uva presentes en el camino. Gerard y Sara conocen al detalle cada rincón. «A nosotros nos encanta pasear por nuestro entorno y visitar lugares característicos. La primera idea fue hacer rutas guiadas, pero luego pensamos que tenían que ser algo más, con algún aliciente que las hiciera diferentes».

La bombilla se les encendió y les llevó a esconder botellas, una actividad «apta para familias con niños, jóvenes o cualquier persona que quiera hacer enoturismo de una forma diferente». No hay límite mínimo ni máximo de personas para formar los grupos.

Orien-tast no es solo patear el campo encomendado a una APP, los participantes que lo deseen pueden hacer luego una cata en la bodega o reservar un pack con comidas en restaurantes de la zona, visitas a monumentos e incluso alojamientos.

«Se puede realizar todo el año, pero de abril a finales de año es cuando más se aprecian los colores de sus viñedos y sus variedades», apostillan Gerard y Sara.

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