'Madres de día' para crecer en un ambiente casero

Tienen titulación en educación infantil o similar y acondicionan sus casas para atender a menores de tres años. Así trabajan las madres de día, una figura en auge pero todavía por regular

19 mayo 2017 15:39 | Actualizado a 19 mayo 2017 15:39
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En ‘La petita tribu’ (la pequeña tribu), la mañana transcurre tranquila. Acaba de terminar el almuerzo y ahora cada uno de los cuatro pequeños ha encontrado en qué ocuparse. Montse Oliveres, educadora infantil al frente de la tribu, abre desde hace tres años su casa, un chalet en Blancafort, para ofrecer su servicio de madre de día para niños desde los 4 meses a los 3 años.

La planta superior de la casa está equipada con mobiliario diminuto, cocinitas, y una pequeña carpa. Eso sí, asegura, ninguno de los juguetes está allí al azar, todos los va incorporando o retirando en función de los intereses de los pequeños.

Montse, que también es madre, es un ejemplo más de una tendencia creciente, la de las madres de día, profesionales del mundo de la educación que reciben en sus casas a grupos reducidos de bebés y niños pequeños. Es una figura que tiene larga tradición en otros países europeos pero que en Catalunya todavía no cuenta con una regulación.

De momento, y a falta de unas normas por parte de la administración, las y los profesionales que se dedican a ello han intentado autorregularse a través de organizaciones. En el caso de Montse pertenece a Llars de Criança, una red catalana creada en 2013 en la que las socias deben cumplir una serie de requisitos como tener títulos relacionados con magisterio, pedagogía, psicología, educación infantil o similares.También exigen formación específica en primeros auxilios y manipulación de alimentos, entre otros.

Es una forma de organizarse y distinguirse en tiempos en que basta con hacer una búsqueda en Google para encontrar numerosos anuncios en los que se ofrecen cuidadoras informales y niñeras que también se autodenominan madres de día.

Opción pedagógica

Aunque pudieran entenderse como micro guarderías caseras, la verdadera esencia de las madres de día no es sólo ofrecer un sitio al uso para que el niño sea cuidado mientras los padres trabajan, sino que la idea es ofrecer una opción pedagógica distinta.

En el caso de Montse, igual que en el de otras madres que conoceremos después, todas las familias que le han confiado sus niños han elegido el proyecto expresamente no por cercanía geográfica sino por su línea pedagógica.

El precio suele ser similar al de una guardería privada (de 350 a 400 euros aproximadamente) aunque la cifra varía en función de la cantidad de horas que se presta el servicio o de la localidad.

A Montse se la ve relajada, pero tiene mil ojos: en un momento consuela y abraza a un pequeño que se ha resbalado y al siguiente media en la disputa de dos niños que quieren el mismo juguete. Mientras, se percata de que una bebé se ha echado a dormir ella solita en una especie de mecedora. «Les da mucha seguridad saber que pueden jugar libremente pero que siempre hay un adulto pendiente de ellos», explica.

Una de las claves es dar espacio a los niños para el juego libre, aquí no hay demasiadas actividades pautadas más allá de momentos como el de la comida, que traen los padres y que ella sirve en el comedor de casa.

Los niños también bajan al patio, juegan con la perra de la casa y salen al pueblo. Lo mismo les conoce el vecino que está arando con el tractor que las señoras del pueblo que se deshacen en carantoñas.

Esta mañana está de visita Erika, su hijo, que pronto hará dos años, acude a casa de Montse desde que tenía siete meses. Erika cuenta que sufrió como todas las madres que tienen que separarse de sus hijos cuando se van a trabajar, pero se fue muy tranquila al ver que el pequeño recibía «una atención individualizada yen la que se respetan sus ritmos evolutivos, algo que habría sido muchísimo más difícil con otros 20 niños», explica en referencia a las guarderías. «Además las familias estamos muy presentes, a la hora de recogerlos siempre nos quedamos un ratito, comentamos el día, ella nos explica todo lo que ha observado de su comportamiento... Estoy contenta porque lo veo sano y feliz y me encanta como trata a los pequeñitos», remata mientras le da el pecho al niño.

Respetar los ritmos

Paula Iaquinandi, (El bosque de Gulubú, Reus) es una de las madres pioneras y también miembro de la red. Bióloga y educadora infantil, como muchas de las madres que participan en estas iniciativas, comenzó a investigar sobre otras maneras de cuidados cuando nació su hija. Cuenta que durante las prácticas en una Llar d’Infants se dio cuenta de que había bebés que, por la ratio, apenas tenía tiempo de mirar.

Así se puso en marcha en 2012 y con un solo bebé, ahora tiene más peticiones de las que puede atender. Este año tiene a tres niñas de 20, 24 y 18 meses.

Igual que en el caso de las otras madres de día que consultamos, hay una relación muy estrecha con las familias y se trata de que haya una continuidad. Si el pequeño está acostumbrado a dormir en brazos se le duerme en brazos o se le lleva en la mochila.Además, el período de adaptación dura lo que tenga que durar y los padres pueden acompañar a los niños el tiempo que haga falta.

Judit Iglesias (Arrels i Vincles, Mont Roig de Camp) se hizo madre de día hace dos años. Integradora social y educadora infantil, también buscaba alternativas para el cuidado de su hija cuando conoció a Paula.

De las consultadas es la que tiene más niños a su cargo: cinco, pero apunta que es posible porque los suyos son más grandes, tienen entre 2 y 6 años. De hecho algunas de las familias han decidido no llevarlos a la escuela hasta la primaria, que es cuando es obligatorio.

En su caso se inclina sobre todo por la pedagogía Montessori. Los niños marcan sus intereses y sus ritmos. Ella observa, acompaña y va poniendo a su alcance los juegos y materiales que necesitan.

Una de las cosas que más le satisface es la integración con las familias, «participar en su día a día, no ser un estanco, una parcela de la vida de los niños». La mejor prueba, explica, es que una vez se marchan el contacto no se pierde, se siguen reuniendo y las familias siguen comentado con ella los progresos de los pequeños.

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