Más allá del sushi, en Reus

Degustar comida tradicional japonesa sentado en el suelo es una realidad que cada vez tiene más adeptos

19 mayo 2017 16:03 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:12
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Okaeri (bienvenidos a casa). Así de cordiales nos reciben Aleix Maté y Regina Gras en su restaurante ubicado en el centro de Reus. Este matrimonio lleva al frente de este local hace diez años. Amantes de todo lo nipón desde temprana edad, se interesaron por aprender cada vez más sobre su cultura rodeándose de todo lo relacionado con ella. Tanto es así, que viajaron a Japón en varias ocasiones y empezaron a asistir a clases de japonés y cursos de cocina para saciar sus ganas de aprender sobre esta cultura hipnótica y ancestral.

La fidelidad de reproducción de los platos típicos es tal que, como nos cuenta Regina, optaron por dedicarse a cocinar únicamente aquellos platos que se podían degustar más comúnmente en el día a día de un japonés de a pie. No hay sushi. Lo más habitual son platos como el ramen (sopa de fideos con caldo de shoyu o miso, naruto y carne) o el katsudon (cuenco de arroz cubierto con una chuleta de cerdo rebozada con salsa tonkatsu, huevo revuelto y condimentos).

Regina argumenta que decidieron enfocarse más a estos platos en lugar del sushi porque les sería extremadamente complicado alcanzar la excelencia en esta modalidad, debido a la gran calidad de materias primas que solo existen en Japón y que aquí son difíciles de conseguir con ese mismo estándar y a lo meticulosos y cuidadosos que hay que ser para reproducir fielmente su resultado final.

Así pues, entre sus recetas estrella se encuentran las elaboraciones propias de platos como el katsudon, el teriyaki (carne en adobo con salsa dulce), las gyouzas (empanadillas japonesas) y los takoyaki (bolitas de pulpo rebozadas con harina de trigo). En cuanto al postre, el kakigori (hecho de hielo raspado aderezado con sirope) y los famosos, por aparecer continuamente en la serie de Doraemon, doriyakis (pastelitos circulares rellenos de una judía dulce y chocolate) se llevan la mayor parte de la atención de sus clientes. Todo ello a un precio muy contenido, con unas cantidades importantes y una calidad de producto más que evidente desde el primer instante. Pues se elabora todo en una cocina vista tras una barra con la que nos encontramos a mano derecha nada más cruzar la puerta principal y que ya nos da algunas pistas de lo que ahí se llega a cocinar.

Entre las bebidas, destacan el típico sake (vino de arroz) con el que maridan habitualmente los nipones sus ingestas, cervezas japonesas y, para los amantes de lo más auténtico y original los calpis (refrescos de uva, melón u otras frutas, muy típicos sobre todo en las máquinas expendedoras de todo el país).

Otra de las peculiaridades es su decoración. Inspirada en un jardín japonés resulta ser una amalgama de objetos de gran simbolismo icónico. Desde un cerezo en flor, una caseta de madera, unos farolillos chouchin o un mapa del metro de Tokio a un arco torii que preside la entrada al rincón más representativo de las costumbres gastronómicas del antiguo imperio del sol naciente.

En el rincón del tatami los clientes que pretenden vivir en primera persona el ritual de comer sentado sobre un cojín en el suelo pueden teletransportarse a un típico izakaya (restaurante japonés). Pero eso no es todo, los comensales que deciden disfrutar de sus manjares en ese recoveco lo hacen además en un ambiente muy peculiar. Rodeados por paredes y techos pintados con motivos tales como el tren bala, el monte Fuji, nubes kinton como las de Dragon Ball o imágenes de Mi vecino Totoro entre otras reminiscencias al género manga y la cultura nipona.

Se podría pensar que su clientela ha de ser muy amante de todo lo asiático pero, nada más lejos de la realidad. Pues según nos cuenta la propietaria, el público que acude habitualmente empezó siendo de un perfil más juvenil pero poco a poco la propuesta ha ido calando también en un sector más adulto.

En ocasiones, acogen competiciones de Force of Will un juego de cartas de rol japonés, que sí suele ser un público de un perfil más específico pero no es ese el único tipo de cliente al que han enfocado su local.

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