'Me pregunté cómo sería estar solo en la inmensidad del océano'

Entrevista con Eduardo Laporte, escritor

19 mayo 2017 18:42 | Actualizado a 21 mayo 2017 17:06
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

- ¿Cómo le llegó la historia del joven que estuvo durante 30 horas a la deriva aferrado a una tabla de windsurf?

- Xabier Pérez Larrea iba a mi colegio. Era unos cuantos años mayor que yo, pero ya había escuchado su historia. Había oído que había pasado una noche, solo, en una tabla de windsurf. Que había vomitado sangre. Leí la portada del Diario de Navarra, allá por 1990, con la noticia del rescate y, un día, casi 25 años después, descubrí que quería saber más de aquella pequeña pero crucial epopeya.

 - ¿Cómo contactó con Xabier?

- Puse su nombre en Google y me salió un correo electrónico en LinkedIn. Le escribí, sin mucha fe en que contestara, pero lo hizo enseguida y con gran amabilidad.

 - ¿Cuál fue la chispa que le animó a escribir el libro?

- La idea me vino en el mar, en las costas de Cabo de Gata. Me pregunté cómo sería estar sólo, en la inmensidad de un océano negro como el alquitrán. Me parecía la esencia de la aventura, en su mínima expresión, y al mismo tiempo un escenario literario, poético, muy potente. Es cierto que hay mucha literatura sobre el universo del náufrago, del hombre a la deriva, pero me atraía ese carácter minimalista: 30 horas, un hombre, una tabla, el mar, las olas, la noche, el día, la lucha, la rendición.

- ¿Le costó convencer a Xabier para que le dejara contar su historia?

- Yo iba con muchas reservas, porque intuía que no le iba a hacer mucha gracia enfrentarse a unos recuerdos, probablemente cerrados, sobre los que no quería volver. Por suerte, me equivoqué y Xabi se mostró muy predispuesto en todo momento. También descubrí que no estaba del todo cerrada la historia y me gusta pensar que esta experiencia le ayudó realmente a pasar página.

 - ¿Qué es lo que más le llamó la atención de este relato?

- En parte, la cercanía. Mismo colegio, misma ciudad, pero también la posibilidad de que todos nos podemos ver envueltos en una situación tan extrema como esta sin darnos cuenta. La muerte, el peligro, están a la vuelta de la esquina y siempre es bueno tener referencias de cómo reaccionaron otros, para ver cómo reaccionaríamos nosotros. Por otra parte, tiene un gran simbolismo respecto a una cuestión crucial y que nos atañe a todos: la lucha por la vida. Llevado más allá, es también un canto a la lucha por la supervivencia emocional. Cómo vivir a flote y en la buena dirección. No basta con estar vivos, sino que hay que estar contentos de estar vivos.

 - 30 horas en alta mar agarrado a una tabla de windsurf. Hay que echarle valor para resistir.

- Xabi me contó que sentía que se había rendido y que por eso tenía una espinita clavada. Es cierto que en las últimas horas se vino un poco abajo, pero es que estaba literalmente hecho trizas. Las 24 horas anteriores fueron una verdadera paliza en la que no se rindió en ningún momento: con un oleaje violento, estaba en riesgo constante de perder la tabla y con ello, la vida. Pero sacó fuerzas de flaqueza y logro sobrevivir, demostrando gran entereza con sus recién cumplidos 17 años.

 - Cuenta que estuvo cerca de tirar la toalla en varias ocasiones.

- Sí. Aquella noche había un oleaje tremendo y con el frío, los vómitos de sangre producidos por las microúlceras del estómago provocadas por la sal, las manos hechas polvo y la moral venida a menos, se le pasó por la cabeza varias veces dejarse llevar.

 - ¿Cuál fue la clave para que sobreviviera?

- Un deseo de superación, unas ganas de vivir, de no interrumpir tan pronto una vida que empezaba a aflorar entonces. Y, aunque esto no me lo dijo pero lo intuyo, también un deseo de no dejar sin hijo a sus padres, como describo, metiéndome en su piel, en el libro. Habla Piedad Bonnett de «lo que no tiene nombre» al referirse al suicidio de su hijo y es que es verdad: no hay palabra para definir al padre que se queda sin hijo.

 - ¿Cree que otra persona en esa situación lo habría contado?

- Cualquiera no habría aguantado. Es cierto que tenemos más fuerzas de las que pensamos y que en situaciones críticas las podemos poner en liza, pero hay que tener una fortaleza mental para no rendirse a las primeras de cambio que no sé si todos tenemos. Como dije, el propio Xabier tenía la impresión de que, pocas horas antes del rescate, se había venido abajo, se había rendido, pero yo creo que no, que ganó la batalla. Al menos la batalla que le tocó, concentrada en esas 30 horas.

Comentarios
Multimedia Diari