Miguel Pajares: 'El cierre de las fronteras es inútil'

Entrevista con el autor de 'Aguas de venganza'

19 mayo 2017 16:31 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:34
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El presidente de la Comissió Catalana d’Ajuda al Refugiat publica una novela negra sobre los crímenes que sufren los inmigrantes en la frontera sur.

- Dice que la frontera es territorio criminal.

- En la frontera se producen muchas muertes de inmigrantes y refugiados fruto de actuaciones policiales que nunca han llegado a juicio y que la sociedad asume como algo normal. En mi novela aparecen víctimas que han intentado saltar las vallas de Ceuta y Melilla, pero también podemos hablar de los muertos en el mar Mediterráneo. Estas personas también son víctimas de crímenes.

 

- ¿A qué se refiere?

- En la mayor parte de los casos, el derecho internacional otorga a estas personas que huyen de guerras la posibilidad de presentarse en un país europeo y solicitar asilo. Pero están muriendo en el mar porque no se les da entrada de forma legal y segura. Hay cierta responsabilidad criminal de los gobiernos.

 

- Habla de represión policial en la frontera entre España y Marruecos.

- Las actuaciones de las fuerzas especiales marroquíes en los campamentos son terribles: entran a saco, lo queman todo... Yel comportamiento de la Guardia Civil es parecido. Las devoluciones en caliente son una flagrante ilegalidad. Aveces devuelven a Marruecos a gente que ha perdido el sentido porque ha sido golpeada. Abren la puerta de la valla y se la entregan a la policía marroquí o la sueltan allí.

 

- Su novela está inspirada en hechos reales.

- La trama y los personaje son de ficción, pero el contexto que se dibuja de lo que pasa en la frontera es absolutamente real. Estuve en agosto de 2015 en Marruecos, al otro lado de la valla, y vi el drama de los campamentos del Monte Gurugú.

 

- ¿Qué pasa allí?

- Hacía unos meses que Marruecos había construido la tercera valla, con fondos españoles y europeos, y ya era muy difícil cruzar la frontera. Hasta marzo de 2015 eran frecuentes las noticias de personas que saltaban la valla, después prácticamente desaparecieron. Entonces mucha gente del campamento Gurugú se desplazaba a las playas.

 

- En busca de otro camino.

- En el Monte Gurugú se quedaron aquellos que no tenían dinero para pagar una patera. Cuesta unos ochocientos o mil euros por persona. Me encontré con gente que no podía saltar la valla y tampoco podía volver atrás. Personas que se sentían enterradas en vida, sin salida. Era una situación dramática.

 

- ¿De qué viven?

- De limosnas y trabajos esporádicos. Hay muchos subsaharianos esparcidos por pueblos de Marruecos trabajando en el campo. Volver a sus casas sin haber conseguido nada es muy duro para ellos: todos han recibido préstamos de sus familias y regresar sin poder devolvérselo es terrible dentro de su cultura.

 

- ¿La sociedad europea mira hacia otro lado?

- Se ha imbuido de una serie de prejuicios y mitos xenófobos. Vive con miedo a la invasión, a que quieran venir todos los pobres del mundo. Pero no es así.

 

- ¿Abriría las fronteras?

- Esta política de cierre de fronteras es antinatural e inútil. Si estuvieran abiertas vendría más gente, pero también se iría más. Pasó con los rumanos: vinieron muchos pero, una vez dentro de la Unión Europea, muchos se fueron. Eso mismo pasaría con los subsaharianos: los que están pasando hambre y recogiendo chatarra estarían mejor en su casa, pero les costó tanto venir que es imposible que quieran volver.

 

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