'No cuento chistes. Tengo mucha alegría interior'

¿Qué ingredientes tiene ‘Magia Potagia... ¡y más!’?

Tiene magia, mucha y también alegría y diversión. Vamos a tratar de que todos participemos. Que nadie tenga miedo de que no vaya a ver las cartas, que son muy chiquititas, porque ponemos un proyector y una pantalla. Y participarán los espectadores, los que quieran, claro. Gozaremos de la alegría, de la magia y de la ilusión, que nos viene muy bien a todos. 

¿Su esposa Consuelo Lorgia participa en el espectáculo?

Ella hace un número muy bonito, de telepatía. 

La improvisación es una de sus marcas. ¿El sábado también?

Siempre. La interrelación con los espectadores hace que el espectáculo dependa mucho de sus respuestas, de lo que colaboren, de lo que digan o hagan. 

¿Alguna vez alguna persona del público le ha pillado en algún truco?

Yo no pienso en pillar o no pillar. Es más bien ilusionarse ya que si uno está viendo el arcoiris y de pronto te dicen qué fenómeno es... Magia es misterio, asombro, sorpresa, suspense, hay muchas emociones involucradas. En este caso, toda la satisfacción y el placer de lo que transmitamos. Será como una fiesta de magia.

Le daría igual...

Sí porque la parte importante es la ilusión. Ya todos sabemos que hay un secreto natural detrás. Es como cuando vamos al cine. Sabemos que no hay actores, ni actrices, que ni siquiera se mueven. Es sólo una pantalla, pero nos emocionamos.

¿Se considera un showman?

No. No soy humorista. No cuento chistes, ni tengo un guión preconcebido o que va surgiendo. Lo que tengo es mucha alegría interior.

¿A qué magos admira?

A muchos. Está Jorge Blass, Yunke, Piedrahita, amigos míos todos. Y muchos de ellos los conozco desde cuando empezaron. Blass comenzó con 11 ó 12 años en la escuela que mi hija Ana Tamariz tiene en Madrid. Hay muchos y muy buenos.

¿Cómo ve la magia actual?

Muy bien. Además de una pléyade de buenos magos, hay 30 ó 40 festivales por toda la geografía española. Y mucha creatividad.

¿Cree que su apariencia peculiar le benefició, sobre todo al principio de su carrera?

Supongo que estos ojos azules tan hermosos me benefician porque hay muchas mujeres que vienen a verme. Acepto el cumplido.

Muchas gracias. ¿Y traerá con usted su violín imaginario?

Hombre, claro. Lo llevo siempre. Además estoy un ratito antes para afinarlo bien. No es tan fácil afilar un violín imaginario.

¿Juan Tamariz se reinventa o todavía conserva trucos de sus inicios, teniendo en cuenta su larga trayectoria?

No hace mucho, porque no pasará de los cien años, pero no es demasiado. Estoy en los 75 años, que es la primera parte de mi vida y claro que tengo algunos juegos de esa época, yo no los llamo trucos, y otros más modernos, de mañana, del año que viene...

También es escritor.

Tengo muchos libros de magia. Son para los profesionales. Luego se traducen a muchas lenguas y cuando me mandan una edición de China y me dicen ¿qué te parece? les contesto, pues he visto dos o tres erratas.

¿Y revela sus trucos?

No son libros para revelar secretos. Son para comentar el simbolismo de algunos juegos, para conseguir una mayor creatividad y una mayor comunicación con los espectadores, que sientan el fuego interior del mago o de la maga. Se trata del arte de las emociones. También explico muchos juegos que he ideado. 

Es el mago de millones de niños... ahora adultos que lo descubrieron en TV. ¿Qué ha sido de Tamariz todo este tiempo?

Dejé la televisión en 1992 ó 1993. Hice popular la magia, que era lo que yo buscaba, pero la actividad con personas reales en un teatro, en un salón o en casa para mí es mucho más satisfactoria. Trabajo mucho en teatro, doy conferencias en centros culturales. El otro día en la Universidad de Sevilla di una charla muy bonita sobre el sentido profundo y simbólico de la magia. Viajo mucho fuera de España, los magos hacemos nuestras convenciones y nos lo pasamos de maravilla.

¿Qué países destacaría por su magia?

En casi todos hay magia. En Estados Unidos prima más una magia de prestidigitación, de dedos ágiles. En Rusia, las grandes cajas, las grandes ilusiones. Pero hay de todo.