¡Peligro, galletas!

El hijo de un enfermo recoge firmas en una plataforma online para eliminarlas de las dietas hospitalarias

12 septiembre 2017 19:18 | Actualizado a 10 octubre 2017 20:05
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Son las 17.00 horas y el celador abre la puerta de la habitación. Lleva la merienda para los dos pacientes ingresados. Un día más, un yogur de plátano o un café con leche acompañado de cuatro galletas maría envueltas en celofán.

Eliminar las galletas es la cruzada que ha emprendido Javier Bravo, que a través de la plataforma Change.org recoge firmas -hasta ayer ya había conseguido 2.814 apoyos- para acompañar un escrito que tiene previsto presentar ante el Ministerio de Sanidad. Según relata este hombre, su padre, enfermo de cáncer y anemia, sufrió un accidente cerebro-vascular, fue ingresado y después de 30 horas sin comer, lo primero que le dieron en el hospital fue, a la hora de la merienda, un café y unas galletas.

«Más allá del producto en sí, el problema está en que, al suministrarlo un centro hospitalario regularmente, puede parecer que es beneficioso y de consumo habitual, cuando resulta que es bollería y, como tal, su consumo debería de ser esporádico», explica. Y es que, según Javier Bravo, las galletas son una «perfecta y malévola combinación de harinas refinadas, aceites de mala calidad, excesivo aporte de sodio e ingentes cantidades de azúcar» que hacen de ellas «un producto diseñado para maximizar la respuesta sensorial e inducir sensaciones excesivamente placenteras gracias a su palatabilidad».

Los expertos abogan por racionalizar los menús

En su petición a Sanidad, defiende la fruta como alternativa para la merienda, aunque reconoce como factores en contra el económico, la duración del producto, su distribución y la «peor aceptación de propio paciente».

Y en esto último, en parte coincide con el presidente de la Fundación Alimentación Saludable y profesor de la Universidad Complutense, Jesús Román, que también critica el ‘paquetito’ de galletas en la merienda, algo que considera «una chapuza». Este experto reconoce que lo ideal sería llevar al paciente una tostada caliente y un zumo recién hecho, pero representaría un serio problema de distribución en un centro sanitario de, por ejemplo, 600 camas.

Jesús Román destaca que, aunque la alimentación hospitalaria «ha mejorado mucho», los responsables de los centros «deberían tomarse en serio abordar un menú completo que sea razonable y coherente». Pero, además, considera que «más problemático que la galletita son los horarios» de las comidas. «Un enfermo tiene que cenar a las ocho de la tarde, pero luego pasan doce horas sin comer porque no te dan el desayuno hasta las ocho de la mañana, lo cual es ridículo y se debe a motivos de comodidad» de los responsables del centro, apunta.

La alternativa «más coherente»  a la galleta, según Román, sería “una ración de fruta partida, que ya se vende preparada” para las distribuidoras de catering, pan tostado «aunque sea industrial», o un sencillo yogur. Y, en todo caso, «que se supervise si el paciente se come el menú porque puede llegarse a desnutrirse».

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