Pescadores por un día

Desde el año 2013 se puede hacer turismo de pesca en Cambrils. Una experiencia única que nos permite vivir en primera persona todo el proceso de la pesca. Más de 10 horas en una embarcación pesquera en la que podremos gozar de los ranchos marineros más frescos y tradicionales

19 mayo 2017 22:10 | Actualizado a 22 mayo 2017 14:46
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Ropa cómoda que se pueda ensuciar, zapatos con suela de goma, gorra, protección solar, no beber leche por la mañana y dos biodraminas para prevenir el mareo antes de embarcar. Estas son las recomendaciones para pasar un día de Pesca Turisme en Cambrils. Hay cuatro embarcaciones del puerto que ofrecen este servicio de julio a septiembre. Subimos a bordo de la barca ‘Josep Jan Dos’, una de las que ofrece turismo de pesca. A bordo hay dos parejas de hermanos, amigos de toda la vida y marineros con tradición familiar. Haber dormido bien también sería un buen consejo ya que los marineros salen del puerto a las seis y cuarto de la mañana. Todas las barcas pesqueras parten al mismo tiempo del puerto cuando una de ellas da la señal.

Seguimos en la dirección del viento, en este caso hacia levante para evitar que la barca se balancee demasiado. Siempre que tienen turistas intentan concretar fechas con buenas previsiones meteorológicas. Las nubes no nos dejaron ver amanecer pero Jan nos cuenta que ver la salida del sol por el cabo de Salou en plena navegación es impresionante. El patrón se dirige a alta mar, como mínimo deben estar a 50 metros de profundidad para poder pescar. ‘¡Vamos a calar!’. Esto significa que se disponían a sumergir los más de 400 metros de redes de pesca en el agua. La mayoría de pesca que se hace en Cambrils es de arrastre. Descubrir el argot marinero es todo un mundo, cuando hablan entre ellos cuesta entenderles pero resulta de lo más curioso.

Con el vaivén de la embarcación es fácil marearse pero el olor del sofrito del Jaume despeja a cualquiera. Si llega la hora del almuerzo y los turistas no se han mareado es una buena señal. El momento más crítico es la primera hora de navegación. El desayuno se incluye dentro de la experiencia, lo llaman rancho marinero. Es la comida más potente que hacen ya que si el día de pesca ha ido bien no tienen tiempo de almorzar. El menú era pulpo fresco a la gallega. Las olas permitieron cocinar pero se ve que hay días en que el balanceo es tan pronunciado que les resulta imposible, incluso sería peligroso. Para evitar que las ollas o paellas caigan tienen una especie de estructura de hierro para sujetarlas. Para comer no hacen servir platos, todos comen de la misma paella del rancho ayudándose con un trozo de pan.

Hacía las nueve se ponen en marcha para xorrar, su manera de decir en catalán que van a subir las redes para retirar el pescado capturado. En un día, hacen tres veces el proceso de calar y xorrar, en invierno sólo dos. Todos se ponen en su sitio. Los marineros caminan como si nada por la embarcación, tienen el balanceo interiorizado. Los nuevos en esto andábamos agarrándonos por todos lados para poder mantener el equilibrio. Es una extraña sensación. Parece que no controlas tus pasos, que alguien ha cambiado las leyes de la gravedad y vas al son del mar pero al final se trata de acostumbrarse. Al estar tantas horas en alta mar y en constante movimiento los pescadores padecen dolores de rodilla, espalda y cadera.

Empiezan a subir las redes. No les hace falta hablar, se conocen tanto que se entienden con la mirada. Solo se oía: ¡Bo! Con esta señal indicaban que se parara un momento la recogida de la red, ya fuese porqué se había enredado o bien porqué había alguna captura interesante. ¡Dali! Esta era la expresión para que continuasen con la recogida de redes. En este momento, las gaviotas, oliéndose el pescado fresco, empezaban a rondar la embarcación para ver que podían aprovechar. Con el pescado a cubierta, los marineros empezaban la selección, primero por clases y después por tamaños. De inmediato ponían hielo a la pesca para que se conservase. Sobre todo pescaron pulpo, merluza, rape, boquerones, sardinas, calamares, lenguados y alguna que otra galera.

Algunos ejemplares se devolvían al mar por ser aún pequeños y otros por qué no tienen mercado aunque sean comestibles. Se trata de una tarea de lo más artesanal. Los turistas pueden ayudar en la selección del pescado. Repitieron todo el proceso otra vez antes de ir a comer. El patrón fue haciendo una paella con los productos más frescos imposible, acabados de pescar. Es un buen momento para charlar con ellos. Son gente muy sencilla y auténtica pero a la vez muy sabia. El trato con ellos resulta muy amable. Pese a ser pesimistas con el futuro de la profesión se les ve enamorados de lo que hacen. Son grandes observadores, conocen el mar y el viento mejor que nadie. Después de comer incluso el balanceo del barco resulta agradable. Con la barriga llena, el mecer del mar llama al sueño. A las cinco de la tarde llegamos a puerto. Con los pies en el suelo parece que el balanceo aún esté presente. Si el turista lo prefiere pude ir a ver cómo se vende el pescado en la lonja del puerto. Actualmente en Cambrils no se hace subasta del pez, se vende directamente a los compradores.

Menos pescadores en Cambrils

Cada vez son menos las barcas pesqueras en el Puerto de Cambrils. En 2006 había 29 embarcaciones mientras que ahora hay 14 y 4 de ellas están en venda. Cómo nos cuenta Jan Matamoros, uno de los pesqueros, las leyes que hacen personas des de sus despachos y que no tiene ni idea del mar se están cargando el oficio de pescador. Asegura que los impuestos y las medidas de seguridad que les exigen son excesivas. Otro de los pescadores, Jaume, nos explica que por otro de los problemas es la sobreexplotación del mediterráneo. Son partidarios de hacer dos años de veda cómo ya se ha hecho en el norte. Que haya la mitad de embarcaciones no se nota. Cada vez se pesca menos, el precio del pescado no ha subido y el del petróleo sí. Dependiendo del día, no les sale a cuenta ir a pescar. Le auguran unos 15 años a la profesión aunque uno de los más veteranos dice que esto es algo que lleva diciéndose muchos años pero aún están en ello.

Pasar un día con ellos resulta una experiencia excepcional. En la Josep Jan Dos la experiencia cuesta 100€ por persona, como máximo puede haber 2 turistas en cada salida. De momento la salida se hace en castellano o catalán. Se puede hacer la reserva online en la web de la Estació Nàutica de la Costa Daurada.

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