Tarjeta roja a la desigualdad

Fútbol femenino. Ellas quieren y pueden pero toda una serie de obstáculos sociales hacen imposible una Liga como la masculina

05 diciembre 2017 08:30 | Actualizado a 05 diciembre 2017 08:40
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Nadie pone en duda que el fútbol es el deporte nacional por excelencia. Pero ¿nacional?

A día de hoy es absolutamente masculino por muchos motivos.

Y para que algún día, que no se vislumbra muy cercano, los equipos femeninos se puedan equiparar se debe romper un círculo vicioso: escasa presencia mediática, poco público en las gradas, inversión irrisoria y exiguos patrocinadores.

Es el pez que se muerde la cola.

En el Club de Futbol Femení Tortosa Ebre, de Preferent, lo saben bien.

Este año tienen tres equipos en competición, uno de fútbol 7, otro de fútbol sala y el de fútbol 11.

Sin embargo, Carla Bové, presidenta de la entidad, explica que «para poder tener un equipo deben jugar niñas de 14 años con mujeres de 31, debido a la falta de chicas», un problema que los equipos masculinos no tienen.

Al revés, disponen de un excedente de chicos que poder llevar a los encuentros.

El objetivo de este club es, ante todo, formar una cantera pero aseguran que «este año no hay niñas», todo un hándicap para poder asistir a los partidos.

Bové comenta que «si una está de exámenes, otra se ha lesionado y una tercera tiene una boda, no podemos asistir».

Añade que incluso una niña que juegue en el fútbol masculino, «sabe que cuando cumpla 14 años se tiene que ir porque ya no puede seguir compitiendo con los chicos».

Asimismo, otro de los temas de desigualdad es el económico.

Bové revela que «somos el club femenino de referencia a nivel de Catalunya. No hay nadie por encima de nosotras y si fuéramos hombres ahora estaríamos cobrando entre 600 y 800 euros al mes».

Pero no es el caso.

En la actualidad están pagando para poder jugar porque deben costear todos los gastos.

Son las únicas de las Terres de l’Ebre, lo que conlleva que el partido más cercano que tienen es en Lleida, por no hablar de cuando tienen que jugar en L’Estartit.

«Sumamos todos los autobuses de todo el año, que vienen a ser unos 7.000 euros, el material que necesitamos, las aguas, el botiquín... lo dividimos entre todas, restamos las subvenciones y vemos lo que tenemos que pagar. Nosotras acabamos todos los años a cero», aclara la presidenta.

#Orgullosa

Tal es la situación de los equipos femeninos que la Federació Catalana de Futbol (FCF) ha puesto en marcha la campaña #Orgullosa con el objetivo de potenciarlos y darles más visibilidad, proyecto al que se destina un millón de euros. 

Oriol Camacho, Secretari General de la FCF, comenta que se basa en cuatro ejes: formación, ayudas económicas, accesibilidad, o lo que es lo mismo, que todas las chicas que quieran jugar lo puedan hacer y visibilidad, asegurando una cobertura mediática de los encuentros.

Camacho manifiesta que «queremos romper los clichés y que la mujer participe en todos los estamentos, árbitras, directivas y técnicas, en la medida en que se pueda».

Es una apuesta por la formación de las federadas para que «cuando se cansen, no las perdamos, que se puedan incorporar como árbitras. En definitiva, garantizar la continuidad en el mundo del fútbol», asevera.

Serán, entre otras medidas, ayudas económicas para los clubes y discriminación positiva en la mutualidad de las jugadoras.

«También se quiere acabar con la mentalidad de darles las peores horas para entrenar», apunta Camacho.

En este sentido, la presidenta del Futbol Femení Tortosa Ebre  afirma no haber tenido problemas.

«Escogemos de 20.30h a 22.00 horas porque todas trabajamos. Además, el más veterano es el Club Deportiu Tortosa y después el Ebre Escola. Y el último en incorporarse fue el femenino. Todos compartimos el campo municipal».

Carla Bové defiende que «con nosotras siempre se han portado muy bien en Tortosa. Ahora tenemos subvenciones de organismos públicos». 

El problema, más allá de los clubs, hay que buscarlo en una rueda que se debe romper. Y posiblemente empezar a potenciar el fútbol femenino desde la base, a una temprana edad.

¿Estudiar o jugar? Un doloroso debate

La capitana Júlia Marco siempre soñó con dedicarse al fútbol, algo que no pudo cumplir hasta los 15 años «porque en mi pueblo, en La Cava, no hubo equipo femenino hasta 2010».

Como ella, infinidad de chicas tienen el mismo problema.

Durante mucho tiempo hizo lo imposible.

«Pintura, guitarra... menos lo que quería hacer. Y mis padres, que estaban un poco inseguros porque tenía que jugar con chicos, al final vieron que realmente me gustaba, que no era un capricho. Entonces, cuando hubo un equipo femenino apostaron y dijeron, pues ahora sí».

Sin embargo, esta joven de 22 años comenta que «no puedo dejar de estudiar porque mis padres saben y yo sé que no me podré dedicar profesionalmente a esto. Está clarísimo, ¿qué haces? ¿tiras por la borda los estudios para ir a un partido? Pues no vale la pena». 

Universidad

Júlia, al igual que Laia Sedó, la otra capitana del equipo, ha encontrado otra manera de dedicarse profesionalmente a su vocación y actualmente cursa INEF.  

Esta profesional defiende que «tendría que cambiarse la visión de la práctica deportiva en cuanto a niños y niñas para que ellas también continúen jugando cuando lleguen a la adolescencia».

Y otro de los temas, en femenino, que debería tenerse en cuenta  y en el que nadie piensa es el de las lesiones ya que aseguran que con la menstruación hay más riesgo de lesión del ligamento cruzado, un tema «que se está estudiando».

 

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