Toni Climent: 'He sacado la camisa por fuera a Eugenio y le he puesto deportivas'

- ¿Quién se esconde detrás de Meugenio?

- Un hombre que idolatra a Eugenio, ha crecido con él y se ha desarrollado y crecido en una profesión tan difícil como la interpretativa bajos sus pautas. Alguien que le debe mucho al personaje de Eugenio.

- Camisa negra, gafas oscuras y un pitillo. Es de los pocos que puede fumar en el trabajo.

- Durante el espectáculo hay veces que irónicamente comento lo duro que es esa parte de mi trabajo.

- ¿Qué bebía Eugenio en sus actuaciones?

- Solía beber destornillador: vodka con zumo de naranja.

- ¿Y usted?

- Desde que lo sé bebo lo mismo. ¿Lo ha probado?

- No, ¿qué me estoy perdiendo?

- Un cóctel ideal: con el punto de alcohol blanco pero el sabor de la buena naranja valenciana. Más no se puede pedir.

- ¿Conoció a Eugenio personalmente?

- Ni tan siquiera le vi actuar en directo, pero he tenido la suerte de conocer a algunos de sus familiares y amigos más íntimos.

- ¿Era tan serio como aparentaba?

- Y tan cachondo como luego demostraba. Inteligente, atento, sabio. El mayor filósofo catalàn de finales del siglo XX.

- ¿Cómo se le ocurrían los chistes?

- En realidad, los seleccionaba de entre los que fue recopilando en libretas desde los 15 años. Los que oía y le gustaban al principio y luego los que le contaban, de los que compartían entre compañeros de profesión e incluso traduciendo libros del francés.

- ¿Cuál es su favorito?

- Todos son brutales sólo por esa manera tan precisa y literaria que tenía al contarlos. Pero ¿puedo elegir uno largo, uno mediano y uno corto? El del eclipse, el del gato hidráulico y el del nombre de la montaña.

- ¿En su espectáculo le es complicado hacer reír al público con chistes que muchos ya conocen?

- Lo especial del fenómeno Eugenio es que al público fiel le encanta volver a oír en directo cualquiera de sus chistes, como si incluso les hiciera más gracia aún saberse ya el final. Los piden. Pero precisamente con el espectáculo Reubicando al genio de Meugenio he hecho mi propia recopilación de chistes que él no llegó a contar.

- ¿Cómo afina su ‘saben aque que diu’?

- Es un personaje que tengo mucho por la mano. Llevo con él desde los 15 años. Es ponerme unas gafas ahumadas y me transformo.

- ¿Es difícil caracterizarse e imitar a Eugenio?

- Para nada. De hecho creo que en cada casa o grupo de amigos hay alguien que en algún momento de la fiesta suelta un «saben aquel que diu...» y ataca a su público, que ya le espera. Es como los Elvis Presley en Estados Unidos. Otra cosa es interpretarlo y acertar en todos sus detalles. Y estar agraciado con parecérsele física y fonéticamente.

- ¿Escuchaba sus casetes de pequeño?

- Claro. Soy de Xàtiva y vivíamos en Madrid. Los viajes de cuatro a seis horas por La Mancha de ida y de vuelta de las vacaciones en un coche lleno con mis padres y mis cuatro hermanos los pasábamos con cintas de humor. También de Eugenio, claro

- El humor de Eugenio era muy peculiar. ¿Es un estilo que comenzó y acabó con él?

- De alguna manera sí. Y de alguna manera estoy tratando de mantener la llama de su humor, que no se apague.

- ¿Seguiría teniendo éxito hoy?

- A la vista está. Yo lo estoy teniendo. Aunque le he hecho un lavado la cara: lo he modernizado con Meugenio, sacándole la camisa por fuera y poniéndole pantalón vaquero y deportivas; además de quitarle las denostados alhajas. Más hipster, podríamos decir.

- ¿Cuál es el secreto para que su humor siga vigente?

- Hizo algo muy importante para la atemporalidad. Se puso unas premisas, consciente o no, que han sido claves para trascender a tiempo: no hablar de actualidad ni de política, hacerlo con precisión literaria y, sobre todo, su humor limpio: blanco, verde, negro... pero limpio. Por eso, es familiar, para todas las edades, clases sociales y culturales.