´Toro´, la particular mirada Maíllo a la violencia del maestro Peckinpah

El director barcelonés, que ya triunfara con ´Eva´, aprovecha ahora su gran reparto para sacar jugo a esta ´road movie´ salvaje y repleta de acción

19 mayo 2017 19:35 | Actualizado a 21 mayo 2017 20:37
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El director barcelonés Kike Maíllo, que se llevó en 2012 el Goya a Mejor Director Novel por su ópera prima de ciencia ficción ‘Eva’, cambia ahora de registro en su segundo filme. De la ficción futurista de su primer largometraje, pasa ahora a la hiper-realidad pura y dura. Porque ‘Toro’ es un thriller oscuro que transcurre en el plazo de 48 horas; un tiempo frenético en el que el espectador asiste a un desfile de imágenes a veces duras de digerir y de una intensidad poco habitual en el cine comercial español. Maíllo ofrece un frenesí de violencia y supervivencia protagonizado por un excelente reparto encabezado por Mario Casas, Luis Tosar y José Sacristán.

Maíllo se presenta en este filme como un fiel seguidor de Sam Peckinpah. No esconde la violencia como tampoco lo hizo el maestro norteamericano, director de filmes como ‘Grupo salvaje’ (1969), ‘Perros de paja’ (1971), ‘Pat Garrett y Billy The Kid’ (1973), ‘La cruz de hierro’ (1977) o ‘Convoy’ (1978). La densidad de los personajes de sus películas, la complejidad de las tramas o la dureza de las imágenes se convirtieron en la seña de identidad del cineasta de Fresno fallecido en 1984.

Quizás, por todo ello, Kike Maíllo ha querido rendir ‘su’ particular homenaje a Peckinpah. Eso sí, en versión de una España decadente y cierto punto cañí mezclado todo ello con una acción de tipo coreano (donde la acción parece más bien coreografía pura) y donde, sin embargo, se han eliminado finalmente escenas que mostraban una violencia y crudeza aún mayor.

Pero ‘Toro’ es también una historia familiar entre hermanos, y también de ‘familias’ no siempre con parentesco de sangre, familias a las que manda Romano, el personaje al que da vida José Sacristán, al que nunca se le había visto hacer de mafioso.

Violencia, folclore y Casas

Junto a Sacristán, Luis Tosar y la joven Claudia Vega (aquella Eva del primer film de Maíllo). Pero Mario Casas es el protagonista absoluto de una cinta que tiene acción extrema, tintes folclóricos y cierto toque de violencia.

Un trágico suceso provoca que Toro (Mario Casas) vaya a la cárcel. Allí pasa aislado cinco largos años de su vida. Pero, a pesar de sus brotes de rebeldía, Toro intenta dar un portazo a su oscuro pasado, ya que la única manera de seguir adelante es replantearse la vida que ha llevado hasta entonces, reinsertándose en la sociedad, y apartándose de cualquier lío. Pero, con la familia de por medio las cosas se complican, y Toro se verá inmerso en una serie de sucesos provocados por viejas heridas sin cicatrizar.

Cuando sale de la cárcel, Toro se reencontrará con su desastroso hermano, López (Luis Tosar). López es un bala perdida, un cantamañanas complejo y seductor al que las cosas no le salen nunca bien, y que meterá a Toro en un lío. Y es que, el hermano de Toro ha robado a un peligroso perista y ahora huye junto a Diana (Claudia Canal), su hija.

Los tres emprenden un viaje por una Andalucía violenta, mítica, agreste y salvaje. Un viaje en el que aparecen las viejas heridas del pasado y en el que los hermanos se ven obligados a reconciliarse para salvar la vida.

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