'Trolls', por los pelos... de colores

Dreamworks, una productora cinemetográfica puntera en técnicas de animación, ha cosechado éxitos tan rotundos en taquilla como las sagas de Kung-Fu Panda y Shrek. La compañía fundada por Spielberg no suele fallar a la hora de dar en la diana. Y, ahora, tampoco lo ha hecho. Dirán algunos que era una apuesta segura. Pero, en el negocio del cine, no hay nada seguro. Incluidos los batacazos más imprevisibles.

Trolls no tiene pinta de ser este último caso. Por varias razones: porque es una comedia abierta no sólo al público infantil sino también al adulto, porque posee una buena calidad técnica y porque logran reconocerse sus personajes entre el público general.

Los trolls diseñados en los años 60 por el leñador danés Thomas Dan son unos diminutos muñecos de buen pelo, colorido e inmenso, que todos hemos visto o tenido alguna vez.

Divertidos y amigables, a los trolls les encanta jugar, y hacer fiestas. Estos seres felices y alegres, tan característicos por sus puntiagudos peinados de colores, cantan, bailan y lo pasan de miedo cada día. Pero no son solo unas criaturas encantadoras, alocadas y mágicas, también son muy sabrosas… o eso es lo que opinan los pesimistas Bergens, unos seres que solo son felices con un troll en su estómago. Ahora su nuevo gobernante, el Princípe Gristle, quiere restaurarlos en el menú para contentar a sus súbditos.

Esta decisión cambiará por completo la vida de los trolls. Para evitar que sus amigos sean degustados por los Bergens, la Princesa Poppy, la optimista líder de los trolls, y su polo opuesto, el paranoico Branch, tendrán que embarcarse en una peligrosa aventura que les llevará mucho más allá del único mundo que siempre han conocido. Juntos aprenderán que, por desgracia, hay problemas que no pueden resolverse con un abrazo o con una canción, o tal vez sí...