Un Monasterio en lo alto de Santes Creus

Es uno de los conjuntos monásticos cistercienses conservados . Sus encantos arquitectónicos atraen a turistas de todo el mundo.  

24 julio 2017 08:02 | Actualizado a 24 julio 2017 08:14
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Situado en la comarca de l’Alt Camp, en el término municipal de Aiguamurcia, se erige el Monasterio de Santes Creus, un espléndido conjunto arquitectónico de gran interés y belleza. 

A regazo de la ladera del río Gaià, solapado a la orografía de la zona, se alza esta majestuosa construcción,  uno de los emblemas más identificativos de la ruta cisterciense catalana.

Tras más de una década de debate sobre su emplazamiento definitivo, se empezó a construir en el año 1160 en la orilla izquierda del río, en una zona tranquila y apacible, propia del estilo de vida benedictino. Un paraje armonioso entre mar y montaña, donde se alternan las alamedas junto al río con los campos de viña, almendros, avellanos y olivos en los lugares donde se ensancha el valle, dando ese sutil toque de paisaje mediterráneo.

La riqueza arquitectónica de este conjunto monástico es extraordinaria, forjado a lo largo de siglos, podemos advertir distintas características, propias del arte románico, gótico o barroco entre otros, y que cautivan a miles de turistas.

Sus arcos y bóvedas son de lo más variopinto; desde los arcos geminados que dan acceso a la sala capitular hasta los arcos ojivales que sostienen las bóvedas de esa sala produciendo el efecto de un bosque de palmeras completamente simétrico, pasando por los arcos fajones y los arcos de medio punto que se utilizaron para la construcción de la iglesia.

En 1375, el rey Pere el Ceremoniós fortificó el recinto a modo de baluarte, abarcando en su interior todo el complejo arquitectónico. Esta singular edificación está compuesta de una serie de construcciones heterogéneas siendo las más importantes la iglesia, el claustro y la sala de capitular. No obstante, no debemos obviar el palacio real, el dormitorio de los monjes o la capilla de la Santísima Trinidad.

La iglesia, con la fachada occidental de estilo románico,  tiene forma de basílica con tres naves, siendo la central más elevada y  con unos grandes ventanales laterales. En la iglesia se encuentran las tumbas reales de Pedro III el Grande, Jaime I y Blanco de Anjou. El cimborrio, no se comunica con la iglesia y es la pieza que más resalta de la estructura. El claustro, de estilo gótico, es una las piezas más bellas del monasterio más significativo de la ruta cisterciense catalana. Por una parte, gracias a la vegetación existente en el interior del patio, la cual evoca un reencuentro con la naturaleza tras las robustas paredes del recinto. Por otra, la diversidad de imágenes que aparecen en los capiteles del claustro hacen de éste una obra muy particular. 

Además, el templete del lavatorio, de estilo románico, contiguo a la galería sur del claustro en el interior del patio, con su fuente en la gran pila de mármol es digno de admiración.

En la sala capitular, a parte de las características descritas anteriormente, observamos unas preciosas cristaleras que comunican con el claustro. En el suelo de esta estancia podemos apreciar las sepulturas de 6 abades y un obispo.

Si lo que buscan es un poco de paz, tranquilidad, o tal vez desconectar de la rutina del trabajo, perderse por estos montes es una buena opción. En medio de este recóndito paisaje, en la parte alta, el monasterio otorga  y permite a sus visitantes adentrarse en el interior de un recinto sagrado, que se convierte  en una especie de escapatoria  a la presión a la que muchos de nosotros estamos sometidos día a día. 

En conjunto, se trata de una construcción digna de admiración, situada en un lugar donde reina la paz y la tranquilidad, donde una suave brisa es capaz de agitar los enormes álamos para dar una sensación de frescor y calma, lejos del mundanal ruido.

La ruta del Cister o cisterciense es un recorrido que enlaza la zona de Poblet, Vallbona de les Monges y Santes Creus, cuyo punto de unión entre las tres regiones es el monasterio de este último pueblo, en el que actualmente no existe ningún tipo de vida monástica. Se creó en 1989 con el propósito de fomentar la salud de los turistas y dar a conocer de esa forma las distintas actividades que se pueden realizar en esas zonas. 

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