Un as de las trampas, en Tarragona

19 mayo 2017 17:21 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:46
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Imanol Ituiño de Miguel vive en una casa pequeña en Bilbao. Con tan poco espacio es difícil que pueda preparar un gran truco de ilusionismo. Aver dónde mete esas cajas enormes en las que caben 100 espadas y 20 antorchas y sale un león bailando una sardana mientras fuegos artificiales llenan el teatro de luz. Luego está la pasta que cuesta hacer eso. Vamos, que de momento se centra en magia de cerca, cartas, monedas, cuerdas... Yno le va mal. En 2014 ganó el segundo premio nacional de magia de salón por un número con una caja de galletas.

«Parece que sólo tiene dedales e hilos en su interior. Mediante el juego con esos elementos voy creando un número de magia y tal vez al final haga aparecer las galletas», explica. Este viernes sacará la caja en la Sala Trono de Tarragona, en el marco del décimo Festival de Teatre Màgic.

«Pasaremos también por el colorido de una baraja, jugaremos a un concurso muy especial y hasta viajaremos al pasado, cuando los charlatanes de feria intentaban vender ese tónico maravilloso capaz de curar todo y nada a la vez». Será un espectáculo para todos los públicos.

Imanol estudió Comunicación Audiovisual en Leioa después de dejar Ingeniería Electrónica con más asignaturas aprobadas que muchos de los que se quedaron. Rodó unos cuantos cortos y obtuvo algún premio, pero le tira más la magia. La pasea por cenas, bodas, teatros, salas, fiestas, cócteles o inauguraciones.

«A los seis años tenía el Magia Borrás, como cualquier hijo de vecino, después me regalaron una caja parecida de Juan Tamariz. Empecé con juegos fáciles de cartas y poco a poco fui ampliando mi biblioteca en cumpleaños, navidades y algún que otro diente de leche», recuerda. Con 14 años ya formaba parte a la Asociación de Magos de Bilbao. Ahí contactó con otros magos que le encauzaron en el camino de la trampa, el truco y el desvío de atención.

«La magia es la sensación que los ilusionistas intentamos crear mediante nuestras argucias y triquiñuelas. ¿Existe? Depende de cómo quieras llamarlo. Los magos hacemos trampas para que el espectador vea magia», comenta.

Y cuidado con copiarse unos a otros. A principios del siglo XX, las disputas entre magos eran sonadas. «Históricamente ha habido muchas copias. Hoy en día hay más conciencia sobre la originalidad, aunque supongo que, como en todo, hay quien se dedica más a copiar que a intentar buscar su camino». Eso sí, prima el buen rollo en el oficio. «No vamos aireando por ahí los secretos a cualquiera, pero sí creo que hay buen ambiente entre los magos y nos ayudamos y compartimos secretos».

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