Un restaurante en una antigua casa señorial

Cal Ganxo, de Masmolets, combina en verano la gastronomía con una programación de conciertos

24 agosto 2017 07:57 | Actualizado a 24 agosto 2017 08:03
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La pedanía de Masmolet, dependiente de Valls, se encuentra situado en un llano, a los pies de la montaña de Miramar. En esta pequeña aldea de origen medieval se erige el restaurante Cal Ganxo, una casa señorial con vestigios góticos, que dispone de bodega propia y amplios comedores que datan del siglo XVIII, un local acogedor que nos reconcilia con nuestros orígenes, un lugar donde se armoniza el pasado con el presente.

La historia de este establecimiento empieza cuando Pep Plana y Lluís Figuerola, que se dedicaban a la compraventa de antiguas fincas en la comarca del Alt Camp, tropiezan con esta particular casa solariega y caen rendidos por sus encantos. El patio, una característica que pocas viviendas de esa época ofrecían, les fascinó hasta el punto de invertir en ella y montar su propio negocio.

El restaurante se inauguró en 1980 con el propósito de estrechar lazos familiares, y sus propietarios sin nociones en el ámbito culinario recurrieron a la contratación de un profesional de la cocina llamado Anton que junto a su mujer Victòria y asesorados en todo momento por la ‘yaya’ de la familia, Cisqueta, se encargaron de la cocina del Ganxo.  Actualmente, Pep Plana y Lluís Figuerola, los propietarios, ya no trabajan, son sus hijos, Alexandra Plana y Lluís Figuerola, quienes se encargan del negocio. 

El comedor principal está ubicado en el centro neurálgico de la bodega y presidido por una prensa de grandes dimensiones. En todos los recovecos de esta estancia era donde se elaboraba y guardaba el vino, y el aceite ocasionalmente. El resto de los comedores ocupan salones, dormitorios y otras dependencias de esta antigua vivienda.

El patio cercado por márgenes  y muretes de piedra donde poder sentarse es un pequeño mirador representativo del Camp de Tarragona, un espacio donde los campos de viñas y almendros  próximos se van entremezclando a medida que alejamos la vista con las zonas boscosas del pie de la montaña. Un lugar apacible y tranquilo que nos trasporta a otro período, lejos del ajetreo diario. 

En el restaurante este verano como entrantes estrellas está el tártar de bacalao con melón, de segundos se ofrece pulpo y pluma de embalse ibérico a la brasa, y como postres destacan el tirmaisú, la mousse de chocolate complementado con brownie y helado, o bien el sorbete de limón con Chartreuse. En la zona del chillo, en cambio, la carta es más informal, con bocadillos, cocas, tapas y pica-pica. 

A parte de gastronomía, el Ganxo d’estiu contribuye a fomentar la música en directo, y por ello cada domingo, desde el 2 de julio hasta el 27 de agosto, organizan conciertos de estilos musicales muy variados. Todos ellos comienzan a las 19.30 horas. La última actuación tendrá lugar este domingo, será la de Carles Belda, que cerrará el ciclo del Ganxo en viu’17. 

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